viernes, 15 de octubre de 2010

SAARTRE, VARGAS LLOSA Y EL NOBEL DE LITERATURA

SARTRE, VARGAS LLOSA Y EL NOBEL DE LITERATURA

Por José Luis Camba Arriola

México, D. F., a 15 de octubre de 2010


En 1964, Jean-Paul Sartre rechazó el Premio Nobel de Literatura. En escencia, argumentó que era una forma de venderse al sistema. Vargas Llosa lo aceptó. Ni uno sólo de los miembros de la Academia Sueca que eligió a Sartre hizo lo propio con Vargas. Son distintas academias, con distintias visiones. Sin embargo, entre ambos autores, a pesar de ser ideológicamente opuestos, hay ciertas similitudes: congruencia en sus posiciones; honestidad intelectual; activismo político; buena escritura y claridad expositiva.

Ahora bien, ¿cuáles son los requisitos para ser Premio Nobel de Literatura? Según su fundador, Alfred Nobel, el premio debería otorgársele “a quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, de tendencia idealista”. Según la academia: en 1953 se lo dio a Winston Churchill por “su dominio de la descripción histórica y biográfica, así como por su brillante oratoria defendiendo elevados valores humanos”; en 1964 a Sartre por “su trabajo rico en ideas, lleno con el espíritu de la libertad y la busqueda de la verdad, ejerciendo una influencia lejana de alcanzar en nuestra era”; y este año a Vargas por “su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su rebelión y su derrota”. Las dos primeras descripciones suenan, tal como lo testó Nobel, idealistas; la de Vargas Llosa no.

Desde su fundación, se ha dicho que la política juega un papel importante en la decisión del destinatario del premio. El primero, en 1901, se lo otorgaron a un señor Sully Prudhomme y se lo negaron a Leon Tolstoi. Las ideas de la “no violencia activa” en la obra de Tolstoi influyeron profundamente en Gandhi y Martin Luther King, las de la “poesía científica para los tiempos modernos” de Prudhomme, ignoro en quien.

En la selección de candidatos participan decenas de proponentes de varios países; seis suecos que conforman el Comité del Premio de Literatura y 16 suecos miembros de la Academia Sueca. De estos últimos, el de mayor edad con 92 años y el menor con 46. Ambas mujeres junto con otras tres. Todos tienen en común las Letras y casi todos son académicos. ¿Puede ese grupo basar su elección en factores políticos? Por supuesto que sí. ¿Lo hace? Seguramente. Ahora, ¿eso convierte a Sartre o a Vargas Llosa en malos escritores? Por supuesto que no, lo mismo que tampoco transformó a Prudhomme en uno bueno o a Tolstoi en uno malo.

La realidad es que los premios, lo mismo que los títulos universitarios no otorgan prestigio a quienes lo reciben. Más bien al contrario: aquellos en quienes recaen los premios le confieren valor a éstos. Tolstoi, Prudhomme, Churchill, Sartre y Vargas Llosa son quienes son en la historia de la literatura con o sin Premio Nobel. Muchos creen que Tostoi fue premiado; casi nadie sabe quien fue Prudhomme; casi todos creen que Churchill fue Nobel de la Paz, casi nadie a leído a Sartre y todos lo citan y la obra más difundida de Vargas Llosa no es la literaria sino la columna periodística. En México se le recuerda por haber llamado “dictadura perfecta” al sistema político del PRI en el encuentro que realizó la revista Vuelta en 1990. Muchos peruanos no lo han leído pero saben que perdió una elección presidencial contra Fujimori en los noventas.

Una de las preguntas recurrentes que se le han hecho a Vargas desde su “nobelización” es si ¿cree que su elección fue politizada? El ha respondido, correctamente, que se lo pregunten a quienes lo eligieron y añade que la mayor importancia de este premio es que se le otorgó como hispano parlante. Nadie puede dudar que la riqueza de nuestro idioma carece de parangón. Sin embargo, a pesar de que duplicamos el número de palabras del inglés se le han otorgado el premio 27 veces a anglo escritores y sólo 11 ha hispanos. Curiosamente, uno de los procesos de selección de candidatos al Nobel hace que si no existe traducción de la obra del aspirante, se ordenan traducciones especiales (al sueco claro está), en secreto. ¿Ha saber si transmiten lo que deben o no?

A mí me parece que en realidad, lo único que importa de los premios es que conceden foro. Amplían el número de medios, organismos, instituciones y políticos a los que se expone el premiado. A algunos los obliga a escucharlos, lo que convierte al laureado en un vehículo importante para las causas idealistas a las que se referia Nobel en su testamento. Sartre condenó los ataques a las FARC y fue así como muchos se enteraron de su existencia; también vistió con su pertenencia, dos años después de su Premio Nobel, al Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra, fundado por el filósofo inglés Russell para poner evidencia los abusos norteamericanos en Vietnam. Tribunal del cual fue miembro el expresidente de México Lázaro Cárdenas.

Lo más probable es que Mario Vargas Llosa utilice el foro con inteligencia y honestidad. Sin duda continuará defendiendo las mismas causas que siempre ha promovido como la democracia; y seguirá atacando el caudillismo militar de derechas a la par del populismo dictatorial de izquierdas. Lo que va a cambiar es su capacidad de convocatoria. Y muchos de los que lo ignoraron en el pasado, ahora tendrán que escucharlo. La opinión de Vargas Llosa (reaccionario a ojos de la “izquierda” mexicana de 1992) en la que afirma que el PRD “con prodigiosa ceguera, ha hecho suyas todas las lacras y taras ideológicas -populismo, estatismo, socialismo, nacionalismo económico- de las que el camaleónico PRI necesitaba desprenderse a fin de mostrarse renovado -democrático, internacionalista, promercado y liberal-, y permeable a los vientos que corren”; cobrará peso para la “izquierda” del 2010 en boca de quien durante todo un año ocupará el puesto que rechazó Sartre 46 años atrás.

joseluis@camba.ws

(*) Sociólogo y politólogo

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