Presidente de Fundación Oceánica; al doctor Javier Moctezuma Barragán, Director General de la Fundación Gonzalo Río Arronte; a Guadalupe Espinosa Rugarcía, Presidenta de la Fundación Monte Fénix, y a Marco Antonio Slim Domit, Presidente del Consejo Directivo del Instituto Slim de la Salud.
Y quiero pedirles que extiendan esta felicitación a todas las personas que participan en estas instituciones, a terapeutas, a psicólogas, a psicólogos, a ayudantes, a donadores. En fin. A todos.
Y en nombre de los mexicanos, les agradezco muchísimo y agradezcan, transmítanle este agradecimiento a todos ellos, por el muy valioso trabajo que realizan en beneficio de la sociedad mexicana.
Los graves problemas sociales derivados del consumo y tráfico de drogas han representado un costo muy, muy alto para la sociedad mexicana. Y eso tiene, además, varias explicaciones.
Durante las últimas décadas, por ejemplo, México pasó de ser un país de tránsito a ser, también, un país de consumo de drogas. Esto se refleja, por ejemplo, ahora que escuchaba los datos del doctor Luigi Mazzitelli.
Si él hablaba de más o menos, un poco menos de 14 millones de consumidores de cocaína en el mundo, en la Encuesta de Adicciones en México, las sucesivas encuestas que se han levantado, entre el 2004 y el 2008, la adicción a la cocaína creció más o menos en el 1 por ciento de los mexicanos, que para muchos es una cifra irrelevante.
Pero si hablamos del 1 por ciento de 112 millones de mexicanos, estamos hablando de un millón de consumidores más entre 2004 y 2008; de un porcentaje de 13 millones en todo el mundo, que es un porcentaje muy relevante y, además, implica poco más que duplicar el consumo de cocaína en tan sólo cuatro años.
Eso, sin duda alguna, este cambio en el patrón de consumo, es un factor que, también, explica en parte el fenómeno que hemos vivido los mexicanos, precisamente, más o menos desde esas épocas.
Como es sabido, en principio, los grupos criminales, por ejemplo, asociados a las drogas, únicamente enfocaban su actividad literalmente al narcotráfico; es decir, al tráfico de narcótico a Estados Unidos. Era una actividad de paso, porque desde entonces y desde siempre Estados Unidos, desde hace por lo menos un siglo y medio, ha sido el principal consumidor.
Sin embargo, hace algunos años, por factores diferentes, como el crecimiento del ingreso per cápita, el pago en especie de las redes de traficantes, etcétera; los grupos delincuenciales también comenzaron a buscar la colocación de droga y a generar incremento de adicciones y consumo, también, en nuestro país, particularmente entre nuestros jóvenes,
Este fue un cambio de consecuencias muy serias. Con el inicio, por ejemplo, ya no sólo del narcotráfico, sino del narcomenudeo, vino una nueva estrategia operativa de los criminales, que pasaron del mero control de rutas y puntos, y agentes fronterizos, a la búsqueda de expansión geográfica y de control territorial y, en consecuencia, de lucha por el territorio.
Para vender su mercancía, el control logístico ya no implicaba únicamente controlar transportes y puntos de acceso en la frontera a Estados Unidos, sino implicó buscar el control de puntos de venta, cientos, miles de puntos de venta en las ciudades, particularmente, en las más grandes. Pero, también, como cualquier distribuidor, lo mismo de un refresco, o de una golosina, o de una cerveza, cualquier distribuidor lo que busca es todos los puntos de venta posibles y el control cotidiano de los puntos de venta, tanto en el suministro de mercancía, como en la captación de ingresos.
Por eso, los grupos criminales, en lugar de controlar carreteras y puntos fronterizos, comenzaron a buscar controlar bares, tienditas, giros negros, a través del control físico y por la fuerza, o por la corrupción, o por ambas, de pueblos y de ciudades donde comenzaron a operar.
Con este cambio en la forma de operación de los criminales, las drogas estuvieron cada vez más cerca de la gente. El cambio en estas operaciones representó, obviamente, también, un incremento en la violencia.
Por qué.
Porque en la búsqueda de control territorial, que antes no existía, comenzaron a luchar entre sí los criminales y a luchar muy violentamente, terroríficamente; es decir, buscando las formas más intimidatorias para enviar mensajes a sus adversarios.
Más aún. Los delincuentes, una vez hechos del control territorial, comenzaron a dedicarse a otras actividades ilícitas. Esto es lo que se conoce como economías de alcance, que se define que, si una vez que se realiza una actividad económica, puede realizarse otra que aumente los ingresos de un negocio, sin aumentar los costos de ese negocio, existen todos los incentivos económicos, todos los estímulos, para realizar esas actividades.
Por ejemplo, si en un ingenio el bagazo que queda, después de producir el azúcar, puede usarse como combustible para generar electricidad para ese negocio o para cualquier otro, la economía de alcance hace que el incentivo sea utilizado.
Igualmente, si se tiene ya el control logístico de una ciudad o de un pueblo para controlar la venta de droga y capturar los ingresos, y para ello se tiene la fuerza y el control de la autoridad, el incentivo es que pueden realizarse otras actividades que, sin incrementar los costos, aumenten los ingresos.
Y por eso, los criminales, en las ciudades en donde llegaron a dominar, comenzaron a secuestrar, a extorsionar y a cobrar derecho de piso. A controlar las actividades de otros criminales, desde los ladrones de autopartes hasta los vendedores de mercancía pirata. Y eso incrementó sus rentas, sin aumentar sus costos de control.
Por eso, era tan importante que la autoridad, todas las autoridades, porque esto, la seguridad, compete a todos los gobiernos, no sólo al Federal; todas las autoridades, pero en particular, el Gobierno Federal, teníamos el compromiso de enfrentar este tema.
Y por eso, el Gobierno Federal, a mi cargo, decidió asumir su responsabilidad, obvia y elemental, de proteger a la ciudadanía. Un Gobierno que tiene un verdadero compromiso con los ciudadanos, no puede permanecer impasible ante el sufrimiento de la sociedad.
La obligación constitucional, ética y política de todo gobernante, es cumplir y hacer cumplir, para defender la ley y los derechos de los ciudadanos, como un imperativo categórico. Y eso es, precisamente, lo que hicimos.
Porque, por otra parte, al vulnerarse la autoridad de cualquier nivel de Gobierno, se comenzó a generar un ambiente de falta de ley, que hizo que proliferaran y se multiplicaran, en muchos casos, los delitos.
La falta de cumplimiento de la ley, la falta de enforcement, como se expresa en inglés, la falta de credibilidad en la acción de la justicia, hizo que cualquier criminal o cualquier criminal en potencia se decidiera simplemente a actuar y dañar a la sociedad. Y eso multiplicó un estado de cosas terriblemente dañino para la sociedad. De ahí que sea tan importante, por ejemplo, y tan urgente, que se reconstruyan instituciones confiables y eficaces en materia de seguridad y procuración de justicia.
Por otra parte, era necesario, también, implementar una estrategia integral, que, precisamente, permita abordar esta problemática de la sociedad en toda su complejidad, atacando los problemas urgentes, pero, también, abordando lo importante, como es, precisamente, el consumo mismo de droga y ofreciendo soluciones de largo plazo.
Y esa estrategia ha tenido, básicamente, tres ejes fundamentales, tres componentes.
Probablemente el primero ha sido el más evidente, el más comentado, el más notorio, el más objeto de noticia, que consiste en enfrentar y someter a los criminales; el impedir que continuaran su avance en el dominio de pueblos, comunidades y ciudades en el país; el acabar con la impunidad cínica que los hacía circular por calles y carreteras del país en convoyes armados de varias camionetas, armados hasta los dientes, sin que nadie les hiciera frente. Había que acabar con eso.
Y, por eso y, sobre todo, por el clamor de auxilio, expresado por ciudadanas y ciudadanos de varias partes del país; ante la petición expresa, en todos los casos, de las autoridades locales, el Gobierno de la República tomó la decisión de combatir frontalmente a los criminales y combatirlos con lo mejor que tiene el Estado mexicano, que es, precisamente, sus fuerzas del orden Federal: el Ejército, la Marina, la Policía Federal y la Procuraduría General de la República, que tiene, específicamente, ese encargo.
Y con este esfuerzo, estamos dejando, también, un legado fundamental para los mexicanos; un México donde los criminales ya no actúen impunemente. Un México donde se les persigue y se les lleve a la justicia para que paguen sus delitos.
Y en esa tarea, por ejemplo, y, por eso, una manera de medirlo es que se ha detenido a 22 de los 37 criminales más buscados en el país.
La participación de las Fuerzas Federales ha permitido realizar, también, decomisos históricos de armas, de drogas, de aeronaves, de dinero.
En pocas palabras, amigas, amigos, el objetivo es sacar de las calles a los delincuentes, que lastiman a los ciudadanos y a quienes pretenden poner la droga en manos de los hijos de las familias mexicanas.
La segunda parte de la estrategia, amigas y amigos, es la construcción de instituciones públicas, que tanta falta le han hecho al país.
Reconstruir las instituciones de seguridad y justicia y de fortalecimiento de la ley que, digámoslo con toda franqueza, siempre han sido frágiles en México, y lo fueron más en el momento en que no hubo la capacidad de escalar la fortaleza de esas instituciones justo en el momento cuando estaba creciendo el problema de la peligrosidad de la criminalidad.
Si México hubiera tenido policías confiables, Procuradurías confiables, eficaces, capaces, seguramente hace rato que hubiera recuperado totalmente los niveles de seguridad que México merece. Sin embargo, la fragilidad, la debilidad, la corrupción, la vulnerabilidad de las policías y Procuradurías, en buena parte del país, no sólo no permitió a México defenderse, sino que propició que en esa corrupción creciera exponencialmente el poder de los criminales.
Porque no pudo haber ocurrido peor cosa que la capacidad criminal y logística que los delincuentes buscaban, la encontraran, precisamente, a bordo de las patrullas de las policías, utilizando las frecuencias de radio de las policías, utilizando las armas de las propias policías.
Por esa razón, era fundamental iniciar un proceso de depuración y fortalecimiento de las instancias de seguridad y justicia que es, precisamente, lo que iniciamos en esta Administración.
Por eso, hemos avanzado a una Policía Federal confiable, que busque, precisamente, la confiabilidad en todos sus miembros y que tenga las capacidades para enfrentar a la delincuencia.
Por eso, hemos encontrado tanta resistencia, precisamente, en esos procesos de depuración.
Por eso, precisamente, se ha tocado sustancialmente los intereses de los criminales en distintas redes.
Y por esa razón, también, es fundamental que a nivel estatal pueda seguirse adelante con este proceso de depuración y fortalecimiento de las instancias de justicia.
El tercer eje, finalmente, y quizá, el más importante de todos, es el eje social. Un eje que nos permita, precisamente, abrirles oportunidades a los jóvenes.
México es un país joven. La mitad de la población en nuestro país, según el Censo de 2010, tiene 26 años o menos, y esto que constituye una gran fuerza para el país, un bono demográfico, verdaderamente, también, constituye, sin duda alguna, un desafío, porque en la medida que esos jóvenes no tengan oportunidades de educación, de salud, de esparcimiento y de trabajo, en esa misma medida son susceptibles a caer tanto en las garras de las adicciones, como en las garras de los criminales.
Hemos visto, por desgracia, muchos muchachos, niños, que aún sin terminar su educación primaria ya están cayendo en adicciones en su propia escuela. Y un niño que empieza a usar droga, primero gratuitamente, a la edad de 11 años, a la edad de 13 años ya tiene que pagarla.
Y para ello, a esa edad, ya fue y esculcó el monedero de su mamá. Y una vez que la mamá quizá no tuvo asesoría o apoyo para enfrentar el problema y prefirió esconder el monedero, empieza ese niño a robar los espejos de los coches de los vecinos.
A los 14 años ya lo encontramos formando parte de la banda, primero de ladrones de autos de su colonia y de distribuidores de droga de su colonia. Y a los 16, quizá, ya lo encontremos muerto en algún enfrentamiento o asesinado por un grupo rival.
Esa es, precisamente, la realidad de muerte que colocan, precisamente, las adicciones y, en particular, las drogas ilícitas en México, en Centroamérica y en buena parte del mundo.
Por esa razón, hay que abrirles oportunidades a esos muchachos. Por esa razón es fundamental darles acceso, en primer lugar, a la salud, como lo hemos hecho en México, logrando la cobertura universal de salud, que permite igualar oportunidades de acceso a los mexicanos.
Estamos trabajando para recuperar el tejido social. Y por eso, sin ser una tarea directamente que sea responsabilidad del Gobierno Federal, el Gobierno Federal ha contribuido para rescatar más de cinco mil espacios públicos y entregarlos a las comunidades para que sean espacios de esparcimiento.
Ha puesto en práctica el Programa Escuela Segura, que busca que los papás y los maestros asuman la responsabilidad de que no haya violencia, bullying, drogas o pandillas en las escuelas, y el programa ya lo he implementado en más de 45 mil planteles en todo el país.
Parte, también, de ese esfuerzo ha sido abrir oportunidades educativas. Y, por eso, hemos abierto 105 universidades públicas nuevas y gratuitas en el país. Hemos ampliado el campus o creado otros campus para 52 más, y hemos creado más de mil bachilleratos.
Eso ha generado, también, oportunidades de trabajo para los jóvenes, porque, hoy, en México, se gradúan 115 mil ingenieros al año, que es más que el número de ingenieros que se gradúan en Alemania, o en Inglaterra, o en Canadá, o en Brasil.
Y, finalmente, se busca, precisamente, una cultura preventiva en adicciones, que, también, es fundamental del país, porque parte fundamental de este esfuerzo ha sido enfrentar el complejo problema de salud pública que representan las adicciones. Problema que las organizaciones que hoy reconocemos conocen a profundidad, desde luego, yo me atrevería a decir, que mejor que nosotros.
Y, por ello, buscamos desde el inicio de la Administración poner en práctica una política de prevención y atención de adicciones para evitar que nuestros niños y jóvenes caigan en sus garras.
Y, si bien es cierto, que en materia de combate al crimen hemos hecho acciones sin precedentes, también, hay que decirlo, que en materia de prevención de adicciones, también, hemos hecho acciones sin precedentes, por lo menos, en el Gobierno.
No digo que sea suficiente. Hace mucha falta hacer más, pero es, por primera vez, en México, que se ha destinado un presupuesto como el que se ha destinado, de más de seis mil 600 millones de pesos para prevención y tratamiento de usuarios de droga, dos veces y media más lo invertido, por ejemplo, en el sexenio anterior.
Se está construyendo la red y la estrategia de prevención, atención primaria y tratamiento, quizá, más grande de América Latina.
Ahí, en prevención de adicciones, por ejemplo, bajo el Programa Nueva Vida, que encabeza, precisamente, mi esposa Margarita Zavala, a quien, también, me da mucho gusto verla de vuelta a escena, y recuperada de su salud. Se ha construido una red formidable de capacitación en materia de adicciones.
Más de un millón de personas capacitadas en este esfuerzo, desde jóvenes del Servicio Militar Nacional, los promotores de los programas de desarrollo social, las encargadas de las Estancias Infantiles, padres de familia, maestras y maestros, jóvenes de la sociedad civil, etcétera.
El objetivo es que ellos ofrezcan a nuestros niños y jóvenes orientación, para que desarrollen habilidades para la vida y para que adopten conductas saludables.
Les brindan información para prevenir aquellos comportamientos que pueden llevarlos al consumo de drogas y las adicciones.
Se ha iniciado, también, la Campaña Nacional de Información para una Nueva Vida con la que se realizan labores de prevención y promoción de conductas saludables.
Para esta Campaña, la Fundación Río Arronte, por ejemplo, hoy galardonada, ha aportado recursos muy valiosos, y las Fundaciones Monte Fénix y Oceánica han apoyado en la elaboración de materiales, y con su enorme conocimiento y dominio de la materia. Labor por la cual el Gobierno está profundamente agradecido.
En atención primaria, por ejemplo, desde el plano de salud, es la primera vez que se construyen no sólo Centros de Prevención desde el Gobierno: 334 Centros Nueva Vida en todo el país, en donde se apoya a quienes están cerca de las drogas o quienes han sido usuarios ocasionales para evitar que caigan en adicciones.
En materia de tratamiento. Se conforma una red con 113 Centros de Integración Juvenil, que son un esfuerzo de la sociedad civil bien importante que apoya el Gobierno. 348 Centros Certificados, operados por la sociedad civil ´para mejorar el tratamiento de las adicciones.
Se trabaja nuevamente con Oceánica y la con la Fundación Slim para profesionalizar y certificar a otros 300 Centros que se van a unir a esta red, por lo cual, también, les expreso mi mayor reconocimiento.
Y dentro de la problemática que tenemos, hay, también, una buena noticia que vale la pena resaltar. Dentro de los primeros datos que está arrojando la última Encuesta de Adicciones levantada, precisamente, el año pasado, comenzamos a ver que si bien es cierto, el consumo de cocaína entre los jóvenes se duplicó entre la Encuesta de Adicciones de 2004 y la de 2008, para 2011, la Encuesta está mostrando probablemente, a reserva de dar los resultados definitivos, que prácticamente ya no ha habido incremento porcentual en el consumo de cocaína entre jóvenes.
Lo cual quiere decir que una tendencia tan peligrosa, como la observada entre 2004 y 2008, por lo menos se está frenando, al menos en los primeros datos que arroja la Encuesta de Adicciones.
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