lunes, 25 de junio de 2012

GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES


GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES.
Ubaldo Alvarez Melchor.

CUANDO LA CODICIA DESPLAZÓ A LA CORRUPCIÓN


Peor delito que asaltar un banco,
es crear uno.
BERTOLD BRECHT.

En 1976, José López Portillo y Pacheco ganó la elección presidencial sin candidato opositor al frente. El contrapeso que le dio legitimidad al proceso electoral fue el proyecto del viejo luchador comunista Valentín Campa Salazar: un millón de ciudadanos escribieron su nombre en el espacio asignado en la boleta a “candidatos no registrados”.

El lema de la campaña lopezportillista fue ”La solución somos todos”, que la vox populi redefinió como “la corrupción somos todos”, síntesis de un retrato psicológico de una cultura de gobierno en la que, por comisión o por omisión, participaban todos.

El sexenio de la corrupción (1976-1982) que inmediatamente superó a Echeverría, ostentó como corona el doctorado Honoris Causa del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal a Arturo Durazo Moreno, protagonista del best seller local “Lo Negro del Negro Durazo”, que escribió su ex jefe de escoltas, José González, en el que destacan, entre otros casos, el homicidio del matrimonio Flores-Izquierdo; la masacre del río Tula; la desaparición de Marcela Basteri, madre del cantante Luis Miguel y la construcción de “El Partenón”, en Zihuatanejo.

¿Y por qué encaja el tema de la corrupción en víspera de las elecciones federales y locales del 1 de julio de 2012?

Aplicada a la política, una de las mejores definiciones del término corrupción es: “entrega o aceptación de dinero o regalos para conseguir un trato favorable o beneficioso, especialmente si es injusto o ilegal” y este es el tema recurrente de gran número de ciudadanos que no resisten la posibilidad del regreso del tricolor y prefieren que continúe el neoliberalismo panista o, “en el peor de los casos”, que por primera vez acceda al poder un candidato de los partidos de izquierda.

Con todos los daños que ha implicado la corrupción concebida como atributo exclusivo del PRI, esta práctica ha resultado menor si se compara con la destrucción sistemática de la economía nacional y del estado de bienestar que promueve el capitalismo salvaje, que tomó por asalto el poder en México en 1982.

Veamos ahora qué es, en los hechos, la codicia:

 Carlos Salinas de Gortari, el segundo mandatario del PRIAN, liquidó más de 900 empresas paraestatales con un pretexto sumamente infantil, como el que esgrimió cuando privatizó TELMEX: “Teléfonos de México –dijo con su voz tipluda- necesita diez mil millones de dólares para modernizarse; como carecemos de esos recursos, tenemos que vender Teléfonos de México”. La empresa, que operaba con números negros, fue privatizada, con resultados mágicos, como los de los milenarios cuentos de hadas: su propietario, Carlos Slim, disputa cada mes, en la lista de Forbes, a Billy Gates y a otros multi-billonarios, el título de “El hombre más rico del mundo” y vive en un país donde 21 millones de mexicanos padecen pobreza alimentaria, según cifras que ha divulgado Enrique Peña Nieto.

Se dice en mexicodesgraciado.blogspot.mx que:

“El Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), y su sucesor Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), (fueron)  instrumentos utilizados por el gobierno federal durante la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León, para convertir las pérdidas económicas de los bancos privados en deuda pública, con montos estratosféricos que se siguen cubriendo y afectarán a varias generaciones de mexicanos”. Zedillo -el que violó la ley electoral a las 19 horas del 2 de julio del año 2000 al dar a conocer el triunfo de Vicente Fox, antes de que llegara la totalidad de los paquetes de boletas a los 300 distritos electorales federales del país- contó con el apoyo del Partido Acción Nacional para imponer el Fobaproa, con los siguientes efectos: costos por  $2 billones 577 mil millones, pagado por los contribuyentes durante 30 años; sólo 4 de cada $100 fueron en apoyo a pequeños ahorradores; por cada año, los intereses suman 30 mil millones de pesos; las entidades saneadas con dinero público, fueron vendidas a particulares.

La misma historia que 14 años después vemos en los medios de comunicación. Grecia, Italia, España: el derrumbe de la economía por el despilfarro de los genios financieros que “iban a salvar” al mundo; recortes drásticos en educación y salud para satisfacer la gula de los voraces depredadores, como si esos dos rubros no fueran la mejor inversión –probada- para abatir la pobreza y propiciar el crecimiento económico.

En medio del infierno que nos ha traído el neoliberalismo –el narcotráfico creciente y la violencia incontrolable también son sus frutos- son numerosos los ciudadanos que creen literalmente que: a)
con Enrique Peña Nieto arribará de nuevo PRI con los mismos viejos vicios de corrupción e impunidad, b) si gana Andrés Manuel López Obrador, desaparecerá la inversión nacional y extranjera; c) es preferible que nos gobierne una mujer, por cuestión de género.  Estos “razonamientos” no son resultados del análisis de la situación política de México y de las proyecciones para el futuro inmediato o a largo plazo, sino son los efectos de una política mediática basada en mensajes superficiales dirigidos al subconsciente colectivo.

¿Dudan algunos de estos efectos mediáticos?

En reuniones de grupos cerrados como los de oración, no han faltado los guías espirituales que han dicho a su grey que si gana “El Peje”, les va a quitar a sus hijos pequeños y los va a vender, otros afirman que el polémico tabasqueño será una copia fiel de Hugo Chávez; y desde luego quienes destacan el lado oscuro de los antecedentes de Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI y del PVEM, de quien recientemente el diario español El País reproduce la afirmación de un académico, en el sentido de que es extremadamente inculto, pero ha demostrado tener capacidad para gobernar.

En su más reciente, la revista PROCESO presenta en portada, con el título de EL DILEMA, una imagen de Peña Nieto y otra de López Obrador; ese doble ícono resume lo que se definirá en las urnas el domingo 1 de julio. El “nuevo rumbo” que preconiza el candidato que según las encuestas tiene mayores posibilidades de triunfo; o “el cambio verdadero” que predica su más cercano adversario, que también tiene amplias posibilidades de victoria.

Independientemente del resultado, esperamos que en esta próxima elección se respete la voluntad popular; que no “se caiga el sistema”, es decir, que no se repitan los fraudes electorales de 1998 y 2006; si es así, entonces quienes ganen serán México y la democracia.

hosirius_es1@hotmail.com

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