viernes, 5 de junio de 2009

INDICADOR POLITICO

INDICADOR POLÍTICO

Carlos Ramírez

+ Salinas, propuesta PRI 2009

+ CSG: ¿tercera es la vencida?

El debate sobre el regreso de Carlos Salinas de Gortari al control absoluto del PRI no es gratuito. El ex presidente que se equivocó dos veces en escoger candidato presidencial en 1994, ha decidido convertir el 2012 en su tercera oportunidad y la tercera es la vencida.

Por tanto, el PRI que quiere recuperar la presidencia no es el partido de Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas o Miguel Alemán, sino el PRI de Carlos Salinas. El argumento de Salinas es sencillo: se equivocó con Luis Donaldo Colosio porque éste había pactado con Cuauhtémoc Cárdenas y los antisalinistas, pero quiso la suerte que Colosio fuera asesinado. Se equivocó con Ernesto Zedillo porque no le dio protección y persiguió a los Salinas y su desapego al PRI llevó a la derrota presidencial del 2000.

Ahora Salinas quiere poner candidato presidencial para que el PRI recupere la presidencia en el 2012 y gobierne con el proyecto salinista 1989-1994 que, por cierto, liquidó al PRI de la revolución mexicana, al Estado social y a la Constitución progresista. El PRI de Salinas es del (neo)liberalismo social, el que privatizó el ejido, el que desarticuló la planta productiva nacional con la apertura, el que vendió a amigos y aliados las empresas básicas del Estado, el que subordinó la economía nacional a la dinámica de los Estados Unidos y que criminalizó la política.

El affaire Salinas pareció ser un sacudimiento político a la sociedad mexicana: el PRI que quiere la mayoría absoluta en la próxima cámara de diputados y la presidencia de la república en el 2012 es el de Carlos Salinas de Gortari. O, en palabras de Beatriz Paredes Rangel, presidenta formal del PRI, el PRI del particular Carlos Salinas de Gortari, pues a su leal saber y entender el conflicto De la Madrid-Salinas fue justamente “entre particulares”, aunque Paredes asuma a los ciudadanos como subnormales ante las acusaciones de De la Madrid sobre el gobierno de Salinas.

Y sobre ello hay que abundar: después de las acusaciones de De la Madrid --que fueron anuladas en un acto de parricidio moral deleznable-- contra Salinas, Paredes Rangel declaró en un mitin en el sur de la república que los priístas sí saben gobernar. Y qué mejor recordatorio de las bondades del buen gobierno priísta que el gobierno de Salinas como prototipo del argumento de Paredes:

Asesinato del cardenal Posadas Ocampo, quiebra del campo por la privatización del ejido, alzamiento zapatista por la represión indígena, aumento del narcotráfico, acusaciones familiares por corrupción y alianza con capos, asesinato del candidato presidencial priísta cuando había dejado de ser útil a Salinas, asesinato del secretario general del PRI acreditado por las autoridades judiciales a Raúl Salinas, fuga de 25 mil millones de dólares por pánico a la inestabilidad y, como corolario, la entrega quebrada de una economía, una macrodevaluación.

En efecto, los priístas de Paredes sí saben gobernar, lo que hace inexplicable la derrota presidencial del 2000. Los priístas culpan a Zedillo porque se separó del PRI y marcó una “sana distancia”, porque persiguió a su antecesor y exhibió las corruptelas de un gobierno priísta y porque, en suma, Zedillo no autorizó el fraude electoral para que ganara el candidato presidencial priísta, cuyo principal operador era nada menos que Emilio Gamboa Patrón, operador también de la candidatura presidencial de Salinas en el grupo de “la familia feliz” de 1987, operador de Salinas en su sexenio, precandidato presidencial de Salinas en 1993, jefe de la bancada de diputados del PRI. Gamboa fue el encargado de proteger a Salinas y de presionar a la familia de De la Madrid para declararlo “senil”.

Los priístas consideran a los mexicanos como subnormales. Si Salinas era un particular y De la Madrid otro particular, ¿por qué la intervención de Paredes, Gamboa y muchos otros priístas a favor de Salinas y en contra de De la Madrid? Los priístas perdieron la oportunidad de oro para deslindarse de Salinas y para ofrecer, en un escenario de crisis de partido, la imagen de otro partido. Y luego de las evidencias de que el PRI intervino a favor de Salinas y contra de De la Madrid, Paredes --la próxima jefa de la bancada del PRI en la cámara, presidenta nacional del partido y precandidata presidencial para el 2012-- salió con su argumento de que había sido entre particulares.

A pesar del desdén hacia Salinas, hay datos reveladores de que Salinas no es un fantasma sino un político priísta de carne y hueso. Peor aún: Salinas reapareció como el jefe máximo del partido, el operador de las alianzas entre grupos, el negociador de posiciones de poder, el enlace priísta entre las élites de poder, el responsable del convencimiento a los priístas de una alianza para regresar el PRI a la presidencia de la república y, confirmado en los últimos días, la imagen vida del PRI frente a la sociedad.

Detrás de Salinas, de su capacidad de maniobra, se encuentra una estructura de poder político, económico e internacional. Peor aún: Salinas encabeza un proyecto económico que no pudo terminar de implantarse en 1994, primero porque Colosio quería regresar al populismo corporativo, luego porque Zedillo persiguió a los Salinas y más tarde porque Salinas no pudo enlazar a los priístas con Fox.

Por eso el PRI del 2009 y del 2012 hay que verlo como el proyecto salinista.

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