martes, 5 de octubre de 2010

PUNTO Y COMA

Punto y Coma

El sureste mexicano bajo el agua
Hoy se cumplen 11 años de la tormenta
Llanto, dolor, desolación y muerte

Por Luis González Romero

Amplio territorio de los estados de Tabasco, Oaxaca, Chiapas y Veracruz se encuentran bajo el agua, once años después de la tormenta tropical No. 11 que devastó a 70 municipios del norte y centro del estado de Veracruz, además norte de Puebla y de Hidalgo, en donde la tragedia fue más grande que la actual –porque de acuerdo a datos extraoficiales, se perdieron un promedio de 250 vidas, aunque se pretendió que no trascendiera la verdad; pero fue bastante grave incluso en lo material, ya que una amplia región quedó incomunicada por la vía terrestre con el centro del país.

El desastre acontecido en octubre, los días 5 y 6 de 1999, los habitantes de ésta región norte lo recuerdan como el año de la bestia, cosas terribles ocurrieron en ese entonces, Poza Rica y varios municipios de la región quedaron bajo el agua, decenas de personas murieron ahogadas y miles quedaron incomunicadas. Este 6 de octubre se cumplen 11 años de la tragedia y hombres y mujeres aún lloran por sus familiares tragados por los ríos

El 4 de octubre por la tarde comenzó a llover intensamente, al día siguiente arreció la lluvia y los vientos y cayó más del 70 por ciento del agua que cae en todo un año. Paralizó a Poza Rica y a la región ante la falta de comunicaciones y la incertidumbre era una pesadilla, nadie sabia nada; ola de rumores y la gente caminaba desconcertada ante un nuevo amanecer del 6 de octubre, entre calles llenas de agua, lodo, muebles, mercancía arrasada por la corriente desbordada del río Cazones y de los escurrimientos de las zonas altas.

Algunos grupos evangélicos veían en esa fecha un 666 invertido. Cosas terribles habrían de ocurrir en él. No se equivocaron. Otro sector relacionó el próximo término del milenio con el fin del mundo. Vieron indicios de destrucción.

Recurrieron también a la explicación del castigo divino. Fue una situación difícil, una tragedia que ahora se repite en los estados sureños, cuando aquí en la región norte soplan vientos ligeros y un cielo medio nublado con temperatura de 32 grados centígrados.

De esa forma cita en los primeros párrafos la investigación acerca de desastres naturales, la geógrafa Gabriela Vera Cortés, quien analizó la construcción de la vulnerabilidad social y el riesgo en la región del Totonacapan, en la cual se encuentra Poza Rica y sus alrededores.

No dejaba de llover el 5 de octubre, el agua caía cada vez con mayor intensidad, pasaron horas, nadie sabía que era lo que ocurría, porque los cerros comenzaron a desplomarse, sepultaban viviendas con familias enteras. Las rocas se desprendían y destruían a su paso. Algunos tenían que huir de sus casas, pero ningún lugar era seguro y mucho menos de noche. Los caminos y las calles se partieron, decenas de familias quedaron incomunicados. Ya no había hacia donde correr, ejemplo de ello la tragedia de San Antonio Coronado, del municipio de Gutiérrez Zamora.

Los ríos comenzaron a sonar con mucha fuerza, después de las 23:00 horas, ese 5 de octubre todo se convertía en miedo, los niños eran los más asustados, las mujeres lloraban, los hombres intentaban proteger a su familia pidiendo auxilio por la vía telefónica; pero ya no había remedio, porque los cuerpo de auxilio no podían accesar a lugares en donde el agua alcanzaba niveles por encima de los dos o tres metros.

En las primeras horas del martes 5 de octubre de 1999, cuando los pobladores que habitaban en las partes bajas, comenzaron a observar con asombro la cantidad de animales que eran arrastrados por las aguas, pero la sorpresa fue mayor al ver que las casas también rodaban en los caudalosos ríos. Relatan los protagonistas de la historia de la inundación y con los que tuvimos la oportunidad de platicar y entregarles un poco de ayuda en lugares a los que se podía llegar; porque había otros que permanecían incomunicados.

La ciudad de Poza Rica no escapó de la realidad. Un aproximado de 30 colonias resultaron inundadas, miles de damnificados. Casas dañadas, fracturadas y apunto del desplome. Hubo colonias que quedaron sepultadas por el lodo, fue el caso del Fraccionamiento Gaviotas, hecho que confirmó el entonces presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León, durante su recorrido a la zona del desastre, en donde constató los decesos de personas en Veracruz y Puebla.

Los más pobres y desprotegidos, veían huir a sus vecinos, armados con sus pertenencias en pequeños bultos, sus perros, gallinas y caballos, en triciclos o a pie, con la esperanza de que descendiera el río. Los municipios de la zona norte de inmediato quedaron incomunicados, los habitantes de la Sierra del Totonacapan, Sierra Norte de Puebla y la Costa de Veracruz, les fue suspendida la energía eléctrica y nadie estaba informado. Salvo algunas personas que guardaban pilas para sus radios que al término de dos días estas se habían descargado.

Nadie imaginaba que la cercanía con el Río Cazones y las intensas lluvias provocarían el desastre, afectando instalaciones de la Unidad de Ciencias de la Salud de la Universidad Veracruzana, en la colonia Morelos de Poza Rica. El agua había alcanzado un metro 60 centímetros, ocasionando daños en las aulas, cubículos, laboratorios, almacén, cafetería, clínicas, equipos audiovisuales, de cómputo, entre otros insumos, causando estragos que tardaron tres meses para “normalizarse” cita la investigación de de Salud Mental, Investigación diagnóstica, terapéutica y de ayuda de emergencia realizado por Francisco Bermúdez Jiménez; en tanto que por otro lado, agencias automotrices, la Central de Autobuses, Central de Abastos, tiendas departamentales, Delegación de la Cruz Roja, Hospital Civil de Poza Rica, por mencionar algo, habían quedado sepultados por agua y lodo

Uno de los sobrevivientes de la comunidad El Cacahuatal del municipio de Gutiérrez Zamora, Raúl Mata, relata que su comunidad quedó bajo el agua. El puente Tecolutla también fue tapado por las aguas. Él y su esposa así como el resto de las personas que intentaban huir, se aferraron a los árboles, a los troncos que remolcaba el río.

Cuenta que la madrugada del 6 de octubre, observaba como las personas que montadas en troncos pedían auxilio, con gritos de desesperación, pero que nadie podía ayudarlos. Bonifacio Flores, quien tiene su domicilio en “El Cerro de la Bandera” en Gutiérrez Zamora, contó que ese lugar fue el refugio de varias familias zomoreñas, y desde ese sitio observaban con temor el Río Tecolutla que había alcanzado niveles
Los habitantes de las colonias ribereñas de Poza Rica, cuentan historias similares; quienes aseguran haber visto los cuerpos de ahogados “por montones” en el fraccionamiento Gaviotas, cerca de la calle Pelícanos, donde quedaron atorados en un árbol derribado. Relató Sergio García Cruz, uno de los principales testigos de esa noche de desastre, aunque el gobierno nunca reveló cifras y se insistió que había saldo blanco, la verdad nunca se supo....Por hoy es todo, soy Luis González Romero, mi correo electrónico: notiluis@hotmail.com, hasta pronto.

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