miércoles, 20 de julio de 2011

PASILLOS DEL PODER

Pasillos del Poder
César Augusto Vázquez Chagoya
Leanos en www.pasillosdelpoder.com
vazquezchagoya@prodigy.net.mx
20 de JULIO de 2011

QUETZERI Y LA RUTA DE “EL PIOJITO”
(Vea las imágenes de este trabajo en www.pasillosdelpoder.com)

Se levantó muy temprano como siempre. Miró sobre el vitral colonial que da a uno de los dos jardines de su casa. Se agolparon en su mente los recuerdos de cómo llegó a Coatepec y supiera amar la naturaleza gracias a su padre, que es un hombre de campo.

Nació en Michoacán y en esa casa se reencontró espiritualmente con un paisano famoso a nivel mundial, ahora santo, llamado Rafael Guízar y Valencia. Es tal su privilegio que vive a lado en donde nació la poetisa María Enriqueta Camarillo y Roa de Pereyra, la hija pródiga de la ciudad del café.

Por azares del destino está ligado a la historia y a la religión. Su casa colonial se ubica en la calle de Pedro Jiménez del Campillo, el clérigo que fundara el nuevo Coatepec a las laderas del Cerro de las Culebras, porque el antiguo y prehispánico Coatepec fue asolado por epidemias que casi aniquila la población indígena.

Por sus múltiples amistades que ha conocido en su vida, Rafael Quetzeri Ponce, conoció a Enrique Pasquel quien le contó la historia del tren “El Piojito”, que venía de Xalapa hacia Coatepec y llegaba cerca de Teocelo.

Esa mañana caminó sobre el corredor de la planta alta de su casa, teniendo en su mano un vaso de agua tibia para tomarse y desintoxicar el cuerpo, una costumbre milenaria del oriente.

Llegó al segundo jardín ubicado en la posterior de la casa que exactamente da a la caballerizas (hoy sala de conciertos) que existía para guardar mercancía y a los animales de “El Piojito”. Existen todavía vestigios de cómo su casa colonial, por medio de un callejón se liga a lo que hoy es la cantina “Estrella de Oro” (que era también mesón) la cual todavía existe sobre la calle Constitución, llamada antes Galeana, que es la entrada principal de Coatepec.

En la vida se entrelazan las historias personales. Este autor llegó en el 2007 al “Café Coffino” ubicado en el frente de la casa colonial de la calle Pedro Jiménez del Campillo. Aparte de la belleza del lugar y su hermoso jardín, vimos cómo cuidaba el jardín un hombre grande y delgado. Era el mismo que en una ocasión tenía años nos había regalado unas plantas “Ave del Paraíso”, que venían de un antiguo beneficio del café ubicado exactamente a las orillas del río Hueyehuapan.

En las paredes del café se pueden apreciar fotos de la película “El Pecado del Padre Amaro”. Nos preguntamos, envuelto en pensamientos, si los dueños eran muy cinéfilos o amigos de Gael García Bernal o del paisano Ernesto Gómez Cruz, que en la película la hace de obispo. En verdad en ese lugar se filmó parte de la película.

Conocía de vista a Don Rafael Quetzeri y esa mañana lo vi bajar de las escaleras. Le pregunté quién era el señor que cuidaba el jardín y su contestación fue: “Es mi padre”.

En otra ocasión, Don Rafael me presentó a Don Enrique Pasquel, quien es un amante de la historia y andaba buscando que el gobernador Fidel Herrera Beltrán reviviera la ruta de “El Piojito” como un paseo histórico y deportivo. Caminar o recorrerlo en bicicleta. Nos pareció buena idea, que también acogió el gobernante y se realizaron varios proyectos que siguen latentes. Para comenzar la serie “Lo Extraordinario de Veracruz”, decidimos empezar con la historia de “El Piojito” y en la ruta nos encontramos de nuevo con Rafael Quetzeri Ponce.

Según la “Historia de Coatepec” editado y publicado en el trienio del ingeniero Antonio Murrieta Cervantes, de 1982 al 85, se habla que antes la comunicación entre Xalapa y Coatepec era por medio de carretas. En 1875, se hizo un tren jalado por mulas que salía a un costado de la iglesia de San Jerónimo sobre la calle Jiménez del Campillo en Coatepec y llegaba hasta lo que hoy es el mercado San José, donde se erigen los monumentos Alcalde y García, donde hoy se ubica el cuartel de la policía estatal en Xalapa.

El tren transoceánico que comunicaba a Xalapa con la capital del país por tren, se ubicó en la calle Allende donde se hicieron bodegas y la estación donde es hoy el Monte de Piedad y las instalaciones del Centro Deportivo Ferrocarrilero. El tren “El Piojito” inició operaciones el 1 de mayo de 1898 con la asistencia del presidente Porfirio Díaz Morí y el gobernador Teodoro A. Dehesa. El ferrocarril era propiedad del empresario Louis Haggin, dueño de minas de oro en Perú.

Se pretendía llegar a Córdoba, sueño añejo de unir estas ciudades, y la primera etapa fue Xalapa. La segunda estación fue la congregación de La Laguna. Después la estación de La Orduña, donde existía una hermosa hacienda. Llegaba a Coatepec por la calle Galeana, hoy llamada Constitución. La siguiente estación estaba en la entrada de la hacienda Zimpizahua y después llegaba a Las Puentes donde se ubicaba la fábrica de hilados y tejidos “La Purísima Concepción” propiedad del español Don Antonino González Abascal. Estas estaciones quedan en hoy congregaciones del municipio de Coatepec.

El tren seguía hasta la estación de Xico (en lo que hoy es la entrada a la cascada de Texolo) para terminar la vía en la estación de Santa Rosa, en Teocelo. El gerente de la empresa, el norteamericano William K. Boone, de gratos recuerdos en Xalapa por ser uno de sus benefactores, en 1926 quitó las maquinas de vapor y jalaban los vagones de pasajeros y carga por medio de una máquina de carro de gasolina para ahorrar costos.

Pero, como todo lo que toca el gobierno, éste incautó el tren en 1920 y pese a los esfuerzos de Boone por falta de dinero, los asaltos al tren, el vecino del norte deja el tren en 1929.

Con el tiempo el tren “El Piojito” se empezó a deteriorar. El nacimiento de la línea de autobuses “Cooperativa Excélsior” en 1934, que también nació en la calle Constitución y después tuvo su estación en la calle Jiménez del Campillo, donde hoy es la óptica Barcelona, tuvo mucho que ver en la desaparición del tren ya que con los esforzados transportistas se construyeron caminos y el primero es la carretera antigua a Xalapa por Briones. Después se hicieron las carreteras a Xico, a Teocelo y Cosautlán. Gran parte de la infraestructura carretera estatal de la región de Coatepec se debe a la cooperativa.

“El Piojito” finalmente desapareció el 5 de junio de 1945.

Se fue toda una época. Los coatepecanos y la región, por medio de este tren, podían sacar sus productos a todas las partes del país y mandar café a otras partes del mundo. Lejos quedó la gran obra de reconstrucción de Rafael Guízar y Valencia por el terremoto del 3 de enero de 1920. La época de la revolución; el levantamiento de Adolfo de la Huerta y el episodio de la lucha anti-reelección de Álvaro Obregón cuando es aprehendido el candidato opositor al sonorense, Arnulfo R. Gómez, quien fue enjuiciado en la cantina “La Estrella de Oro” y fusilado en el panteón de Coatepec.

A 66 años de la desaparición de “El Piojito” buscamos la ruta original que siguió hasta llegar a Teocelo. Todas las vías ya no existen pero sí sus puentes pequeños. Desaparecieron grandes puentes ubicados en La Orduña y sobre la barranca de Xico a Teocelo. Existen todas las estaciones a excepción de Las Puentes. En La Orduña, actualmente la vía del tren se encuentra dentro de las instalaciones de la compañía suiza Nestlé: en ese lugar nos volvimos a encontrar a Rafael Quetzeri Ponce.

En estos tiempos donde todos los fraccionamientos son un desastre, nos llamó la atención que en ese lugar hubiera uno ecológico. Se llama La Orduña, con 10 hectáreas. No solamente hicieron la infraestructura de primera calidad, sino que están sembrados más de 3 mil pinos llamados cipreses, que tienen la virtud de retener el agua alrededor de sus raíces. Tiene su propio pozo de agua y lo que nos llama a la reflexión ecológica es su planta de tratamiento que no sólo vierte a los canales de desagüe el agua completamente limpia, sino que el agua se reutiliza para regar los jardines y los habitantes listos también la meten en sus excusados.

Este fraccionamiento no tiene nada que ver con los construidos en Veracruz, ni los de Emiliano Zapata u otras partes del país. En este lugar se quiere a la naturaleza, como debe ser la obligación de todos los fraccionadores. Aunque el lugar paradisiaco está entregado al ayuntamiento todavía hay vigilancia privada en su entrada. Su sistema de drenaje con su planta de tratamiento es copiado para hoteles, moteles o industrias. Pues el fraccionamiento es de Rafael Quetzeri.

El amor de Don Rafael a la naturaleza, sin duda proviene de sus padres y el humanismo tal se le impregnó cuando al lugar donde vive, la casa colonial sobre la calle Jiménez del Campillo, llegaba Rafael Guízar y Valencia, quien en 1937 había solicitado ser cura de la parroquia de San Jerónimo para poder oficiar misa, que se le había prohibido por la persecución en contra de la iglesia, además que como obispo de Veracruz vivía en México, muriendo el 6 de junio de 1938. En ese tiempo, el edificio de lo que hoy es el café Coffino, estaba a cargo de monjas.

La gente del pueblo, al saber que el querido sacerdote se encontraba en el lugar, se concentraba en la entrada para saludarlo. Guízar y Valencia finalmente salía al balcón que daba a la calle para darles su bendición y saludar a los fieles.

Ojala la ruta de “El Piojito” se rehabilite para bien de la ecología y la salud de los que quieran conocer la naturaleza con lugares tan bellos que hay en la ruta del Bosque de Niebla. Ojalá que otros fraccionadores tengan la conciencia social de Rafael Quetzeri Ponce. La conservación de la ecología es vital para la región de Coatepec.

Elevada la ciudad como “Pueblo Mágico” y aspirante a ser “Patrimonio de la Humanidad”, se deben reforzar los pasos para conservar la cultura a través de sus calles, casas y monumentos. Las costumbres son únicas de un pueblo que fue rico en frutas y en la producción de café. No se pueden olvidar los caminos coloniales que todavía existen entre Zimpizahua y Las Puentes, además de los puentes y caminos de Xico.

La ecología en estos tiempos juega un papel vital en Coatepec. Están bajando los niveles de las aguas de los ríos, motivos por los cuales Pedro Jiménez del Campillo fundó la nueva ciudad de Coatepec para estar rodeado de cuerpos de agua. Está entre los ríos Pixquiac que dota de agua a Xalapa y el llamado “La Marina”, que no es otro que el Huehueyapan, que divide a Coatepec de Xico en las meras “Las Puentes”.

Si aquí nacieron los llamados servicios ambientales a nivel nacional como es el pago para conservar los bosques a los campesinos, lo menos que se le puede exigir a los fraccionadores y a la industria en general es que no contaminen. Se limpien los arroyos con un sistema de drenaje integral en la población.

Coatepec y su región merecen ser Patrimonio de la Humanidad. No hay de otra más que caminar como el primer tren de carretas jalado por mulas que servían como transporte público: a buen paso y con la seguridad de las vías del progreso.

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