jueves, 9 de febrero de 2012

PUNTO Y COMA

Punto y Coma

El gran negocio de la mentira,
La receta médica y el familiar enfermo,
Pedir dinero en la calle es rentable

Por Luis González Romero

Antes de entrar en materia de ésta columnilla, les platicó la escena de una de las películas de Pedro Infante, cuyo título no recuerdo; pero el protagonista era el nativo de Guamúchil, en donde hace el papel de ciego y aparece de pie junta a una pared y a cada persona que pasaba enfrente de él, les decía “una caridad para este pobre ciego”; pero nadie volteaba a verlo, hasta que pasó una chica muy sexy, de aquellos tiempos, volteo a verlo, se dio cuenta que eran joven y guapo, sacó una monedas de su bolso las depositó en la mano de Pedro, la reacción del supuesto ciego, fue decir “gracias preciosa”, la chica reaccionó también de inmediato y le plantó tremenda cachetada a Pedro, al tiempo que le gritaba “desgraciado, vividor, muerte de hambre”.

Cuando me refiero a la industria de la mentira, es porque todos los días, por todas partes, nos encontramos personas pidiendo “una ayudita”. Algunas personas de avanzada edad, otras con discapacidad; pero también personas jóvenes, hombres que dicen que les robaron la cartera, que tienen que viajar aún muchas horas y por ello solicitan la ayuda para continuar su viaje. Otros más que llevan en la mano un receta médica, con el argumento que tienen un familiar enfermo de cáncer o de cualquiera otra enfermedades, que las medicinas son caras y que no tienen dinero y por eso solicitan caridad y de esa manera obtienen dinero y creo que resulta bastante rentable, porque m ha tocado ver a personas que sacan de la carretera un billete de 50 pesos y se lo dan a la personas.

Cómo me dan penas las abandonadas, que van por la calle llorando un cariño y arrastrando un niño, como dice el poema de Las Abandonadas; pero de esta mujeres hay muchas, desde las que se sientan en una banqueta y a su lado tienen un niño para causar lástima y para que la gente voltee a ellas y les tire una moneda, o aquellas que sin rescato alguno, sin discapacidad física transitan por las calles, por los comercios, sea cual sea el giro, pidiendo ayuda, y todavía se molestan si usted solo les regala un peso. Pero también, como parte del negocio harto rentable, hay quienes a los menores de edad para con ello mover las fibras más sensibles de las personas que generosamente regalan monedas y hasta billetes.

Hay otras personas que van más allá de eso, pues van por las calles pidiendo ayuda porque se “les murió un familiar”, que la abuelita, la madre, el padre, el mano, el hijo, que estuvo hospitalizado y que finalmente falleció, todo el dinero se lo gastaron en médicos y medicinas y ahora no tienen para el velatorio, el ataúd y la sepultura y vaya que se encuentran a gerente generosa que les regala de 100 a 200 pesos. Con esas mentiras les va mejor; pero hay algo importante que destacar que esas personas se vuelven actores, saben fingir, ponen su cara de angustia, algunos lloran y piden a nombre de Dios y cuando les regalas unas monedas, te colman de bendiciones; pero si no les da nada, te echan miradas de pistola.

Pagan justos por pecadores, porque también personas que en verdad si necesitan, que no tienen a nadie, que se encuentran enfermas, mientras que otros se viven de la industria de la limosna y tienen propiedades en zonas urbanas o rurales. Tienen hizo en la escuela, en la universidad y los sostienen pidiendo caridad, pidiendo lo que les den y lo hacen todos los días, como si fuera su trabajo sin patrón, pero que es bastante rentable.

También existen caos de personas enfermas, que sus familiares no los quieren atender, no quieren lidiar con ellos y toman la decisión de sacarlos de su casa, llevarlos a alguna ciudad, abandonarlos en la vía pública, en donde quedan abandonadas, desprotegidas y ellos si necesitan de ayuda; pero como están desaseados, muy sucios, pocas personas voltean a verlos y menos para darle algo. Hay personas, por lo regular mujeres jóvenes que cuando consideran haber encontrado a la víctima, le hablan de manera familiar, diciendo “ primo, cuanto gusto verte, que milagro, a poco ya no te acuerdas de mí, ya no te acuerdas como me llamo”, esperando que la presunta víctima les diga de donde eres o pronuncie el nombre de alguien para que te conteste, “ándale, esa soy yo” y al mismo tiempo le tiran el anzuelo, diciendo que el niño que llevan de la mano está enfermo y que necesitan dinero para surtir la receta. Bueno, hay les dejo esto para la reflexión y para que norme su generosidad…Por hoy es todo, soy Luis González Romero, mi correo electrónico: notiluis@hotmail.com, hasta pronto.

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