jueves, 6 de octubre de 2011

CRONICA INTIMA

Crónica Intima

LA LUDOPATÍA, ADICCIÓN
QUE PUEDE SER MORTAL

Por Othón Villela Larralde*

Con el tema actual de los casinos ilegales y hasta los legales, se coloca sobre el tapete de nuestras realidades la imperceptible pero actuante presencia negativa de la Ludopatía, que viene a ser un mal de consecuencias terribles y del que, al parecer, nadie está a salvo, pues es la adicción al juego, que va desde el simple gusto por jugar a las canicas, trompo o balero, hasta caer en la cárcel de los juegos de apuesta en su muchas, variadas y lamentablemente atractivas formas modernas, desde la baraja y los dados, hasta los juegos deportivos y, los más, en las "maquinitas" y otros inventos de los genios de los juegos de azar, en la que muchos caen casi sin sentirlo.

En sabrosa, larga e ilustrativa charla con el Licenciado en Psicología Luis Darío Villela Soto, indicó que la Ludopatía no es considerada por los Psicólogos y Psiquiatras como una enfermedad, pero sí una peligrosa adicción que puede llevar a situaciones graves y hasta delincuenciales si esta no se controla, pues nace de angustias que demandan soluciones extremas que pueden ser, para unos, simples y aceptables y, dramáticas y fatales para otros.

La Ludopatía cae en´el rango de los actos compulsivos como la cleptomanía, piromanía, el comer o beber alcohol en demasía y otros que provocan rupturas sociales como destruir sus hogares, dependencias morales, económicas e intelectuales, perder la dignidad, exponer o vender lo poco o mucho que se tenga, sin que nadie los pueda detener. El que cae en las garras del vicio del juego de apuestas, puede perderlo todo.

Este es un tema en verdad interesante y oportuno de tratar, ya que el principio es que todos nos quejamos de los juegos de azar, de las pérdidas por apuestas, de las esperanzas fallidas, de "la mala suerte", cuando esto se puede evitar con una firme actitud de rechazo a lo circunstancial, con la enérgica y vital acción de nuestros valores tanto los familiares como los sociales, cívicos y humanos.

Recuerdo en mis días tapatíos, una tarde futbolera del clásico Chivas-Guadalajara, en una cantina de barrio, llegaron cinco hermanos alegres y decidores, quienes fueron cambiando de talante al ver que perdía al rebaño y al final del juego, demudados, casi llorando, comentaron: "lo perdimos todo, el taller, los carros y hasta la casa". Otra, alguien me jugó una broma muy pesada cuando una madrugada llegaron a mi casa que tenía en el tranquilo y respetable barrio de El Santuario, unas treinta personas exigiendo que "se abriera la jugada", pues alguien les dijo que "ahí funcionaba un garito". No se fueron hasta que amenacé con llamar a la policía.

En 1972, hace ya cuatro décadas, cuando fundamos la Organización Internacional de Periodistas y Coordinadores de Turismo con mi compadre Antolín Domínguez y Platas y la inolvidable Magdalena Mondragón, comenzaba a hablarse de la instalación de casinos en la República Mexicana, y surgió la idea de promover su instalación y operación en las Islas Marías: María Madre, María Magdalena y María Cleofas, donde se sacara el penal para hacer un paraíso hotelero superior a Las Vegas, donde se permitiera el juego y todas sus nefastas consecuencias, mediante el pago de millones y millones de pesos que se invertirían en obras de beneficio para el pueblo, y no como ahora que sólo sirven esos ingresos por permisos, autorizaciones y valimientos para enriquecer a funcionarios de todos los niveles, hasta los que se dicen honorables y decentes, y tienen las manos y la conciencias más sucias que el lodo en que seguramente nacieron.

Con ese proyecto quedarían libres del cáncer de los casinos y los "casineros" nuestras queridas ciudades fronterizas desde Tijuana hasta Matamoros, y otras como Monterrey, Guadalajara, Acapulco y, seguramente, algunas más,

Tiene razón el Psicólogo Luis Darío: Habremos de continuar con el tema desde el punto de vista científico y moral, pues será un grano de arena en la lucha por vencer las adicciones que tanto daño hacen a la sociedad y permiten la proliferación del vicio y la delincurencia, ante la complacencia de las autoridades. "Si las apuestas te dañan, no las hagas", simplemente.

Mientras tanto, reconozco que soy víctima de una adicción que no puedo vencer y en la que permaneceré hasta el último instante de mi corta existencia: La de "El Bien Decir... para el Bien Hacer".

Periodista, Historiador y Poeta. Comisionado de Cultura de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, socio del Club Primera Plana y de la Federación Latinomericana de Periodistas. othon.villela.l@gmail.com

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