miércoles, 2 de septiembre de 2009

NO TIENE LA CULPA EL INDIO, SINO QUIEN LO HACE JUANITO

No tiene la culpa el indio… sino quien lo hace “Juanito”.

Por Luís M. Villegas.

De la noche a la mañana se puede dar el instante mágico de pasar del más triste anonimato al centro de la atención popular, por supuesto; con la intervención de los medios de comunicación, principalmente la prensa, radio, TV e Internet. ¿Necesita para esto usted ganar un premio literario internacional? No es así, con esto solo conseguiría unos párrafos en las revistas especializadas, que pocos leen o en las aburridas secciones culturales de los periódicos, cada vez con menos espacio debido a que las actividades culturales van quedando relegadas a públicos mínimos que se interesan por ello y para colmo parecen ser muy malos para las compras, pues dedicarse a eso del arte no ha sido económicamente redituable en ningún tiempo. ¿Es escultor o pintor y presenta su obra en alguna exposición? Sólo asistirán sus parientes más fieles y comprometidos y algunos reporteros, si tiene a bien servir un vino de honor, sin importar que sea “Padre Kino” y lo acompañe de algunos bocadillos salados a base de cualquier embutido. No habrá nota alguna pues las fotos ocupan mucho espacio y pocos entenderán el lenguaje de los artistas plásticos modernos para traducirlo a los legos.

Pero si usted es “luchador social” y tiene la suerte de estar cerca de políticos importantes, el mundo puede ser suyo en un santiamén. Lo que al principio pareció una ocurrencia de Andrés Manuel López Obrador en un mitin político en Iztapalapa D.F. antes de las elecciones pasadas y ante el desplazamiento de su candidata la joven Clara Brugada por parte de la facción perredista dominada por los llamados “Chuchos” que en esos momentos se disputaban las Delegaciones de la capital y proponían a la esposa de uno de sus líderes de apellido Arce, el líder llamó a uno de los militantes del PT quien se encontraba en el templete de nombre Rafael Acosta y conocido como “Juanito” quien aceptó la invitación grotesca de López Obrador a participar como candidato a Delegado por el partido PT, para después de vencer en las elecciones cediera su puesto a la Srita. Brugada, con la anuencia de la asamblea legislativa y del Jefe de Gobierno Ebrard, quienes seguramente ignoraban el embrollo en que se verían atrapados por lo que parecía un detalle chusco, reflejado en las sonrisas de incredulidad de los presentes, entre ellos el Sr. Encinas y la propia candidata desplazada, quienes no acertaban a descifrar la trascendencia del momento que vivieron. Le dejo a usted la conclusión del porqué del triunfo del candidato improvisado. En mi percepción, reflejó el poder de convocatoria del tabasqueño entre los votantes de la Delegación, tradicionalmente perredistas y evidenció la fragilidad del sistema poniendo en tela de juicio los procedimientos de selección de candidatos, evidenciando el dedazo en su máxima expresión, amén de la inútil y costosa parafernalia que a fin de cuentas todos pagamos por el procedimiento electoral y por su vigilancia y juicio. Dejó esta experiencia constancia que sin necesidad de preparación alguna, educación, experiencia y si desea usted estudios de posgrado en política, cualquier ciudadano puede acceder a los puestos de la administración pública y desempeñarlos en una lectura textual de la democracia más extrema, que llamaría a realizar estudios sociológicos y de sicología de masas ante estos fenómenos de la comunicación.

Por lo pronto, diría mi abuelita; “Juanito ya se atanchó y ya no se quiere bajar del burro”. Amenaza con irse por la libre y no reconoce ni a su creador, repitiendo la historia recurrente del Dr. Frankenstein. Hoy hace declaraciones públicas, conservando su bincha tricolor pero vestido con traje gris brilloso y corbata, repitiendo la lección que le llevó al paraíso, evidenciando las entretelas de los procedimientos de asignación de puestos que en nada atienden a la capacidad y sí a los compromisos del cuatachismo mostrando la función pública en su expresión más descarnada; con forma de un queso o un pastel que hay que repartir. No es criticable de por sí este procedimiento, pues sucede a todos los niveles, lo terrible es socializarlo de modo tan abierto que nos debería ruborizar el mostrar de manera tan chabacana los calzones de un sistema en crisis de credibilidad, urgiendo a una transformación de fondo en los partidos políticos, por su falta de compromiso y carencia ideológica, tan apoderados del sistema que ya no alcanzan a ver al pueblo que deberían representar; el que pareciera no contar para ellos hasta que ante el hartazgo y abandono, sean rebasados por una ciudadanía que ya no se chupa el dedo.

1 comentario:

otra mirada dijo...

Al análisis es bueno, pero tiene un contenido racista y clasista. ¿Que necesidad de usar una expresión de ese tipo para hacer el título?
¿O los indios son todo lo que la mitología oligarquica dice?
Y si hay responsabilidades compartidas entre AMLO y Juanito.
saludos