Las tejedoras de la vida en Cumbre Tajín
La Casa del Algodón comparte sabiduría, tradiciones y resguardos
espirituales.
“El trabajo con algodón es laborioso, lleva tiempo pero cuando
algo te gusta, no estás midiendo el tiempo, al contrario estás concentrado en
el trabajo hasta terminarlo”.
“El altar lo colocamos para
trabajar con el algodón, ofrendamos para pedir que se nos permita trabajar. Es
así como ponemos pan, mole, arroz, café, anís, jerez para quien nos protege y
nos cuida. También ponemos doce estrellas que son los doce abuelos. Ponemos las
flores que son un regalo a la Virgen, a la Madre Tierra; se las regalamos
porque nos cuida. Las veladoras que también se colocan son una luz porque
nosotros no caminamos en la oscuridad sino con luz. Así pedimos que nos den
permiso para trabajar: pedimos y agradecemos. La estrella al centro es la
Santísima Trinidad porque Dios Padre siempre nos está viendo”, explica Teresa
Morales de Coatzintla, Veracruz, en la Casa del algodón, del ParqueTakilhsukut,
en Papantla, Veracruz, confirmando el tema del Festival Cumbre Tajín 2012: la
espiritualidad.
En este espacio de la Aldea Totonaca, sitio en el que el Centro de
las Artes Indígenas comparte su quehacer,los visitantes,ademásde aprendersobre
la elaboración de prendas y tintes naturales, viven una experiencia
sorprendente.
A un costado del vistoso altar se ubican cuatro telares enfocados
a la vida. El primero expone desde que los Abuelos aconsejan a los novios cómo deben
tratarse, cómo será su vida de casados y cómo formarán a su familia.
El segundo telar exhibe cuando la mujer está embarazada y es
atendida por una partera, a quien se debe visitar cuatro veces durante el
embarazo, por si el bebé está fuera de posición. El siguiente telar muestra
cuando la mujer está lista para parir. A su lado se encuentra la partera que
dispone de todo para recibir al nuevo ser: la cama, el cuchillo y un carrizo.
“Con el carrizo, se cortaba el ombligo del bebé, y justo con el
algodón lo amarraban para que sanara. De hecho, el aceite que sale del algodón
se lo ponían al ombligo para que así se secara más rápido”, dice Teresa Morales.
El cuarto telar se refiere al momento en que se enterraba el
ombligo del recién nacido: “Si era niño, se enterraba en la milpa, para que le
gustara sembrar; si era niña, se enterraba debajo del brasero, para que le
gustara la cocina. Lo malo es que ahora ya no se hace, los doctores cortan el
ombligo y lo tiran, por eso muchos jóvenes ya no quieren trabajar y prefieren
irse”, sentencia Teresa, ligando tradiciones culturales y realidades
contemporáneas.
ParaIgnacia Hernández, de Coxquihui, Veracruz, “el algodón es el
origen de nuestra existencia, porque con esto amarraban los ombligos de los
bebés.El trabajo con algodón es laborioso, lleva tiempo pero cuando algo te
gusta, no estás midiendo el tiempo, al contrario estás concentrado en el
trabajo hasta terminarlo. Esto sí es tardado pero se aprende: si a uno le
gusta, lo realiza sin importar el tiempo”, puntualiza.
En el fogón, María Cirila García, de El Tajín, Veracruz, elabora
los tintes naturales con las que se tiñe el hilo de algodón. Algunos de los
materiales son: árbol de mora, frijolillo, semilla de aguacate, palo de Brasil
y cochinilla.
“Para estos trabajos que estamos realizando, es necesario tener
una fe para poder realizarlos. Cada uno de nosotros, en este espacio traemos
nuestro don, nuestro conocimiento. Para los trabajos que hacemos,
espiritualmente pedimos que nuestros Abuelos, nuestros antepasados, nos envíen
su luz para que cada uno de nosotros pueda desarrollar ese don y por el que sí
creemos. También al rezar frente al altar no sólo pedimos por nosotros sino por
todos los que nos visitan para que así como llegaron con bien, regresen a sus
casas sin problemas”.
Las tejedoras muestran sus actividades, sus enseñanzas y
sabiduría. Al interior de su casa los visitantes admiran y aprenden el arte del
algodón, afuera, el mundo sigue su curso, ahora se sabe,con la protección de
estas mujeres que representan el inicio de la vida misma.
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