domingo, 22 de mayo de 2011

GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES

GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES.

Ubaldo Alvarez Melchor.

PRI Y PRD LE APUESTAN A LA UNIDAD ; PAN, A LA GUERRA SUCIA

Apenas asumieron el poder,

pareció el gobierno anterior,

comparado con el suyo,

una verdadera edad de oro.

PLATON.

El inicio formal de la contienda por el gobierno mexiquense sorprendió por los escenarios que, proyectados a nivel nacional, impactan desde ahora la sucesión presidencial de 2012. Inesperadamente, primero en un restaurant y luego en el arranque de campaña, aparecieron juntos, por primera vez en muchos años, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón, en torno al candidato Alejandro Encinas, a quien postulan PRD, PT y Convergencia. Esta escena marca el fin de las alianzas, inexplicables pero funcionales, con el PAN; es un gesto de “mea culpa” y “borrón y cuenta nueva” de un partido exhausto por la división interna y el pragmatismo irracional. Sacado del abismo por la providencial candidatura de Encinas –que nadie impugnará para no hacerlo víctima ni darle opción al escándalo-, ahora tendrá que empezar de nuevo.

Con anterioridad el PRI, en un escenario parecido –un restaurant exclusivo, de nivel VIP (very important people), reunió a los dos presuntos presidenciables: Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, el líder nacional del PRI, Humberto Moreira Valdés y el líder nacional del sector popular, Emilio Gamboa Patrón. El motivo: dar respuesta a los señalamientos panistas de una autoría mexiquense en supuesto bloqueo, en la Cámara de Diputados, a la reforma política aprobada ya en el Senado.

En ambos casos, el mensaje que se dirige al electorado es de unidad, esta herramienta indispensable para construir con solidez una estructura de triunfo en la jornada del 1 de julio de 2012. Para el tricolor, mantener y acrecentar la ventaja que le da no una encuesta, sino la realidad nacional (tras el derrumbe del neliberalismo y la implantación de un clima de terror y derramamiento de sangre), es suficiente. Pero el primer paso será lograr un triunfo contundente en el Estado de México.

El Sol Azteca deberá derrotar en Edomex no al PRI, cuyo candidato, Eruviel Avila también es providencial, sino a Peña. La elección de 2011 es del mayor interés porque si gana el tricolor, gana Enrique Peña Nieto. Será gobernador Eruviel; pero el miembro distinguido del Grupo Atlacomulco habrá avanzado en su trayectoria hacia la candidatura presidencial. Lo de Los Pinos no se dará en automático; eso lo veremos en 2012, con un escenario sin precedentes desde 1929, por la presencia, la participación y la infiltración de la imparable delincuencia organizada, que puede contaminar el proceso.

El reciente “destape” en Washington de Peña como “próximo presidente de México” por el legislador Henry Cuellar no deja lugar a dudas. Peña Nieto ya despacha como virtual presidente 2012-2018 y de acuerdo a la logística priísta de décadas, el triunfo de Eruviel es irreversible.

La posición del PAN es dolorosa y lamentable. Tanto en Edomex cono en las encuestas rumbo al 2012, se le asigna un bien ganado tercer lugar. En 2000 le funcionaron las botas y el estilo ranchero de Fox; en 2006 la publicidad negra “AMLO es un peligro para México” no fue suficiente y fue necesario un segundo fraude electoral en el que fueron cómplices el gobierno federal, el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. (Remember: “El Presidente de la República puso en riesgo el proceso electoral, pero la elección es válida”).

Ahora el PAN pretende responsabilizar al PRI del origen, desarrollo y expansión del narcotráfico, pero los asesores en mercadotecnia y logística extranjeros que han iniciado esta aberrante labor saben que no funcionará. Cuarenta mil muertos son muchos para cualquier guerra; no hay justificación racional que nos haga aceptar sacrificios humanos para darle cuerpo a un objetivo electoral: impedir que el PRI regrese a Los Pinos. Si el panismo continúa con su campaña de publicidad negra, el hecho confirmará que la “guerra contra el narcotráfico” no es auténtica; sólo se trata de un ardid para que la presidencia continúe siendo una especie de gerencia al servicio de los grandes empresarios trasnacionales y nacionales y de sus paniaguados desnacionalizados.

Y en cuanto a la protección de terciopelo que supuestamente los gobiernos priístas otorgaban a los narcotraficantes; quienes conocen el desarrollo de la historia y de los sistemas de poder, tienen la convicción de que en materia de seguridad nacional, se trata de un asunto de logística: es economía y control de daños, sin malestar social y sin violencia.

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