Por José Martínez M. (*)
Se autoriza reproducción con crédito al autor
México, D. F., a 5 de marzo de 2012
Antes del “error de diciembre” Enrique Peña Nieto vivía una idílica “luna de miel” con los medios. Era el “Rey de las Encuestas”. Se daba el lujo de menospreciar a sus adversarios. La vida le sonreía, pero ¡zas! en un momento todo cambió de la noche a la mañana. Luego de ser reprobado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la campaña presidencial de Peña Nieto registró un viraje. Desde entonces le ha tocado luchar con el fantasma de la derrota. Ese fantasma tiene nombre y apellido. Se llama: Josefina Vázquez Mota, el caballo negro por el que pocos apostaban. Pero lo más grave aún para el mexiquense es no saber bien a bien de quién está rodeado.
Cuando tomó posesión como el Presidente número 35 de los Estados Unidos, John F. Kennedy acuñó una frase que se hizo célebre: "las victorias tienen muchos padres, mientras que la derrota es huérfana".
En torno a Peña Nieto el ambiente es irrespirable. Cuando los medios difunden los resultados de una encuesta todos sospechan de todos. Incluso para blindar la imagen del candidato priísta el partido tuvo que recurrir a establecer “candados” para impedir la filtración de candidatos con “mala” reputación. El Consejo Político Nacional del PRI, una especie de consejo de ancianos, tuvo a bien emitir un acuerdo para evitar a los arribistas que pudieran estar contaminados” por la narcopolítica o arrastrar una fama bajo sospecha.
Eso es lo que justamente está ocurriendo en Quintana Roo, no es que alguno de sus candidatos se encuentre en esta condición, pero ocurre que el flamante coordinador de la campaña de Peña Nieto se encuentra bajo sospecha de estar ligado a las mafias del crimen organizado. El asunto es tan serio que existe una investigación de la Sección Segunda del Estado Mayor Presidencial sobre ese tema.
Se trata ni más ni menos que de Gabriel Mendicuti Loria, un político de ascendencia yucateca establecido en Quintana Roo, que antes de ser el coordinador de campaña de Peña Nieto fue el jefe de campaña del actual gobernador Roberto Borge, quien llegó al cargo con un problema de legitimidad. No obstante el alto nivel de abstencionismo que llegó a casi el 70%, Roberto Borge apenas obtuvo la mitad de los votos emitidos en las elecciones de 2010, lo cual explica la derrota del PRI en cinco de los diez municipios de la entidad. Toda la zona maya está bajo gobiernos de oposición lo mismo que la principal ciudad del estado: Cancún o municipio de Benito Juárez.
Lo datos, por demás elocuentes, no tendrían importancia en términos aritméticos, pero Roberto Borge enfrenta un problema de gobernabilidad. Su gobierno no mantiene un equilibrio político, además que de “gobierna” sin consensos. Eso explica el temor del priismo de Quintana Roo de entregar malas cuentas a su candidato presidencial, que mucho antes de las elecciones tiene asegurada la derrota, y con ello la de otros candidatos a diputados y senadores. Sería en términos coloquiales la crónica de una derrota anunciada.
El jefe formal del partido, Pedro Joaquín Coldwell tiene una radiografía de este escenario electoral donde él juega un papel de primer orden. En especial porque él es el hijo pródigo de Quintana Roo y sabe cuán dividido está su partido, en mafias y camarillas. Él mismo está confrontado con esos grupos, los mismos que no acogieron a bien su elección como dirigente del tricolor. Es así que para empezar el jefe del partido comenzara por entregar malas cuentas a Peña Nieto.
En cuanto al coordinador de campaña de Peña Nieto, Gabriel Mendicuti Loria, más que representar un activo del PRI a favor del candidato priísta es un lastre con el que tiene que cargar el mexiquense. Mendicuti para empezar no podría explicar cómo pasó el examen de control de confianza del Consejo Político Nacional que estableció candados para impedir la filtración de personajes priístas con antecedentes negativos.
Formado en la sombras del priísmo, el yucateco es ahora un hombre poderoso e intocable luego de iniciar su trayectoria en Quintana Roo como un pequeño empresario de la industria de la construcción que, gracias al manejo de información privilegiada, supo beneficiarse para especular con el negocio de los bienes raíces y la construcción, lo que lo hace un hombre inconmensurablemente rico e influyente. Es un personaje de la política que se maneja en los altos círculos del poder y el dinero pero también con algunas relaciones peligrosas.
La prensa de Quintana Roo y algunos de los medios más influyentes de la capital del país denunciaron un episodio que desató un escándalo político cuando sacaron a relucir la relación de Mendicuti con Luis Carlos Carrillo Cano, sobrino del jefe del cartel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes.
El asunto es que el coordinador de la campaña de Peña Nieto, Mendicuti Loria, como secretario de Infraestructura y Transporte del Estado de Quintana Roo firmó la concesión a Luis Carlos Carrillo Cano para la ampliación del penal de Cancún pese a que había fuertes señalamientos de que se estaba entregando una obra del gobierno a un personaje con vínculos con el narcotráfico.
Entonces se gestó una defensa a ultranza de Carrillo Cano desde el gobierno, en una extraña dualidad de vocero del gobierno y al mismo tiempo jefe de medios de la campaña de Roberto Borge. Rangel Rosado Ruiz convocó a una conferencia etiquetada de “urgente” para defender la figura moral de Carrillo Cano al que calificaban de “exitoso constructor”.
Lo cierto es que el entonces gobernador Félix González Canto tuvo que frenar la obra que estaba en manos de un sospechoso de estar al servicio de uno de los carteles más poderosos. La denuncia de los medios fue vital para evitar dicho negocio que involucraba a Mendicuti, quien a su vez fue el que autorizó la concesión de las obras para la ampliación del penal. En su descargo, Mendicuti “responsabilizó” a Salvador Rocha Vargas, ex secretario de Seguridad Pública, de haber sido quien autorizó dicha obra a una de las empresas de Carrillo Cano.
Rocha Vargas en ese momento acababa de ingresar a prisión en Nayarit bajo señalamientos de brindar protección a la delincuencia organizada y no podía defenderse de tales acusaciones, pero quien en realidad firmó la autorización de la concesión a Carrillo Cano fue Mendicuti como consta en un documento del gobierno.
El escándalo tomó relevancia por los antecedentes del ex gobernador Mario Villanueva quien fue procesado por la justicia mexicana y la estadounidense bajo cargos de narcotráfico.
Una vez más se involucraba a todo un gobierno de estar ligado a la mafia. La defensa mediática que desde el gobierno se dio para tratar de blindar a Carrillo Cano se vino abajo en el momento que éste fue ejecutado a plena luz del día en una de las avenidas principales de Cancún como parte de un ajuste de cuentas. Nadie atinó a defender a Carrillo Cano después de estos hechos sangrientos.
En un acto de malabarismo político, Mendicuti Loria, cuya figura había sido manchada por esos acontecimientos, cayó parado con el destape de Peña Nieto como candidato presidencial. Con una imagen renovada, Mendicuti apareció de la noche a la mañana con un nuevo brío y ahora pertenecía al primer círculo de Peña Nieto, quien lo nombraría su coordinador de campaña en Quintana Roo, un estado donde la oposición cada vez va ganando mayores espacios, sin dejar de lado las pugnas y los ajustes de cuentas políticas entre quienes compiten por el poder.
En este escenario ha pasado a ocupar un lugar relevante el perredista Gregorio Sánchez Martínez, al que todos identifican como “Greg” Sánchez y quien ha estado en el centro del escándalo de la narcopolítica, señalado por grupos ligados al gobierno estatal y del PRI, que ven en él al enemigo a vencer dada su popularidad y quien salió indemne de la cárcel luego de pasar más de un año tras las rejas bajo cargos de delincuencia organizada, hasta ser absuelto por la justicia federal. Pero ahora le preparan nuevas denuncias para inhabilitarlo como candidato de las izquierdas al cargo de senador y a quien ven como una amenaza contra el PRI y sus candidatos.
En medio de esta guerra intestina el nombramiento de Mendicuti ha despertado sospechas en amplios sectores sociales y así como se detectaron 25 millones de pesos del gobierno de Veracruz en un avión que arribó al aeropuerto de Toluca presuntamente para la campaña de Peña Nieto, ahora se habla de que Quintana Roo apoya la campaña de Peña Nieto con diez millones de pesos semanales y que detrás de todo ello se encuentra la sombra de Mendicuti.
Cuando tomó posesión como el Presidente número 35 de los Estados Unidos, John F. Kennedy acuñó una frase que se hizo célebre: "las victorias tienen muchos padres, mientras que la derrota es huérfana".
En torno a Peña Nieto el ambiente es irrespirable. Cuando los medios difunden los resultados de una encuesta todos sospechan de todos. Incluso para blindar la imagen del candidato priísta el partido tuvo que recurrir a establecer “candados” para impedir la filtración de candidatos con “mala” reputación. El Consejo Político Nacional del PRI, una especie de consejo de ancianos, tuvo a bien emitir un acuerdo para evitar a los arribistas que pudieran estar contaminados” por la narcopolítica o arrastrar una fama bajo sospecha.
Eso es lo que justamente está ocurriendo en Quintana Roo, no es que alguno de sus candidatos se encuentre en esta condición, pero ocurre que el flamante coordinador de la campaña de Peña Nieto se encuentra bajo sospecha de estar ligado a las mafias del crimen organizado. El asunto es tan serio que existe una investigación de la Sección Segunda del Estado Mayor Presidencial sobre ese tema.
Se trata ni más ni menos que de Gabriel Mendicuti Loria, un político de ascendencia yucateca establecido en Quintana Roo, que antes de ser el coordinador de campaña de Peña Nieto fue el jefe de campaña del actual gobernador Roberto Borge, quien llegó al cargo con un problema de legitimidad. No obstante el alto nivel de abstencionismo que llegó a casi el 70%, Roberto Borge apenas obtuvo la mitad de los votos emitidos en las elecciones de 2010, lo cual explica la derrota del PRI en cinco de los diez municipios de la entidad. Toda la zona maya está bajo gobiernos de oposición lo mismo que la principal ciudad del estado: Cancún o municipio de Benito Juárez.
Lo datos, por demás elocuentes, no tendrían importancia en términos aritméticos, pero Roberto Borge enfrenta un problema de gobernabilidad. Su gobierno no mantiene un equilibrio político, además que de “gobierna” sin consensos. Eso explica el temor del priismo de Quintana Roo de entregar malas cuentas a su candidato presidencial, que mucho antes de las elecciones tiene asegurada la derrota, y con ello la de otros candidatos a diputados y senadores. Sería en términos coloquiales la crónica de una derrota anunciada.
El jefe formal del partido, Pedro Joaquín Coldwell tiene una radiografía de este escenario electoral donde él juega un papel de primer orden. En especial porque él es el hijo pródigo de Quintana Roo y sabe cuán dividido está su partido, en mafias y camarillas. Él mismo está confrontado con esos grupos, los mismos que no acogieron a bien su elección como dirigente del tricolor. Es así que para empezar el jefe del partido comenzara por entregar malas cuentas a Peña Nieto.
En cuanto al coordinador de campaña de Peña Nieto, Gabriel Mendicuti Loria, más que representar un activo del PRI a favor del candidato priísta es un lastre con el que tiene que cargar el mexiquense. Mendicuti para empezar no podría explicar cómo pasó el examen de control de confianza del Consejo Político Nacional que estableció candados para impedir la filtración de personajes priístas con antecedentes negativos.
Formado en la sombras del priísmo, el yucateco es ahora un hombre poderoso e intocable luego de iniciar su trayectoria en Quintana Roo como un pequeño empresario de la industria de la construcción que, gracias al manejo de información privilegiada, supo beneficiarse para especular con el negocio de los bienes raíces y la construcción, lo que lo hace un hombre inconmensurablemente rico e influyente. Es un personaje de la política que se maneja en los altos círculos del poder y el dinero pero también con algunas relaciones peligrosas.
La prensa de Quintana Roo y algunos de los medios más influyentes de la capital del país denunciaron un episodio que desató un escándalo político cuando sacaron a relucir la relación de Mendicuti con Luis Carlos Carrillo Cano, sobrino del jefe del cartel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes.
El asunto es que el coordinador de la campaña de Peña Nieto, Mendicuti Loria, como secretario de Infraestructura y Transporte del Estado de Quintana Roo firmó la concesión a Luis Carlos Carrillo Cano para la ampliación del penal de Cancún pese a que había fuertes señalamientos de que se estaba entregando una obra del gobierno a un personaje con vínculos con el narcotráfico.
Entonces se gestó una defensa a ultranza de Carrillo Cano desde el gobierno, en una extraña dualidad de vocero del gobierno y al mismo tiempo jefe de medios de la campaña de Roberto Borge. Rangel Rosado Ruiz convocó a una conferencia etiquetada de “urgente” para defender la figura moral de Carrillo Cano al que calificaban de “exitoso constructor”.
Lo cierto es que el entonces gobernador Félix González Canto tuvo que frenar la obra que estaba en manos de un sospechoso de estar al servicio de uno de los carteles más poderosos. La denuncia de los medios fue vital para evitar dicho negocio que involucraba a Mendicuti, quien a su vez fue el que autorizó la concesión de las obras para la ampliación del penal. En su descargo, Mendicuti “responsabilizó” a Salvador Rocha Vargas, ex secretario de Seguridad Pública, de haber sido quien autorizó dicha obra a una de las empresas de Carrillo Cano.
Rocha Vargas en ese momento acababa de ingresar a prisión en Nayarit bajo señalamientos de brindar protección a la delincuencia organizada y no podía defenderse de tales acusaciones, pero quien en realidad firmó la autorización de la concesión a Carrillo Cano fue Mendicuti como consta en un documento del gobierno.
El escándalo tomó relevancia por los antecedentes del ex gobernador Mario Villanueva quien fue procesado por la justicia mexicana y la estadounidense bajo cargos de narcotráfico.
Una vez más se involucraba a todo un gobierno de estar ligado a la mafia. La defensa mediática que desde el gobierno se dio para tratar de blindar a Carrillo Cano se vino abajo en el momento que éste fue ejecutado a plena luz del día en una de las avenidas principales de Cancún como parte de un ajuste de cuentas. Nadie atinó a defender a Carrillo Cano después de estos hechos sangrientos.
En un acto de malabarismo político, Mendicuti Loria, cuya figura había sido manchada por esos acontecimientos, cayó parado con el destape de Peña Nieto como candidato presidencial. Con una imagen renovada, Mendicuti apareció de la noche a la mañana con un nuevo brío y ahora pertenecía al primer círculo de Peña Nieto, quien lo nombraría su coordinador de campaña en Quintana Roo, un estado donde la oposición cada vez va ganando mayores espacios, sin dejar de lado las pugnas y los ajustes de cuentas políticas entre quienes compiten por el poder.
En este escenario ha pasado a ocupar un lugar relevante el perredista Gregorio Sánchez Martínez, al que todos identifican como “Greg” Sánchez y quien ha estado en el centro del escándalo de la narcopolítica, señalado por grupos ligados al gobierno estatal y del PRI, que ven en él al enemigo a vencer dada su popularidad y quien salió indemne de la cárcel luego de pasar más de un año tras las rejas bajo cargos de delincuencia organizada, hasta ser absuelto por la justicia federal. Pero ahora le preparan nuevas denuncias para inhabilitarlo como candidato de las izquierdas al cargo de senador y a quien ven como una amenaza contra el PRI y sus candidatos.
En medio de esta guerra intestina el nombramiento de Mendicuti ha despertado sospechas en amplios sectores sociales y así como se detectaron 25 millones de pesos del gobierno de Veracruz en un avión que arribó al aeropuerto de Toluca presuntamente para la campaña de Peña Nieto, ahora se habla de que Quintana Roo apoya la campaña de Peña Nieto con diez millones de pesos semanales y que detrás de todo ello se encuentra la sombra de Mendicuti.
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