martes, 3 de mayo de 2011

ALFIL

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El sentido de humanidad

Por Roberto Piñón Olivas

Las acciones contra el terrorismo desarrolladas por el gobierno norteamericano culminaron con el asesinato de Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda.

Este crimen, como los cometidos por el terrorismo internacional, donde Al Qaeda juega un papel fundamental, es deleznable: la expresión del uso irracional de la fuerza.

La violencia y su consecuencia, el estupor, provocan que las sociedades instrumenten métodos de venganza contra los criminales, como la única solución, en defensa de la sociedad organizada.

El Estado no encuentra otros mecanismos para garantizar la paz y el orden, cuando las organizaciones criminales rebasan todo sentido humano y realizan acciones de barbarie como los actos terroristas, lastimando inocentes y vulnerando el sistema de valores universal.

Observar a la milicia norteamericana en la operación y su culminación en la muerte de Bin Laden, no es motivo de festín. Entiendo que el pueblo norteamericano salga a las calles y celebre, pero, siguiendo al presidente Uruguayo, una de las escasas declaraciones coherentes al respecto, no hay nada que festejar.

Es cierto. En los sucesos hay un mensaje de combate a la impunidad. Los malos reciben su merecido tarde que temprano.

Pero la sociedad se distingue, o debe distinguirse, en el cumplimiento de una serie de reglas para cumplir sus funciones de seguridad.

Es la clara distinción, ya no digamos del estado de derecho -versus legalidad- en la persecución de los criminales, sino en el sentido de humanidad, que hace diferentes a los ciudadanos honestos de los criminales. Es una paradoja: un criminal carece de humanidad, pero no por ello puede ser tratado sin humanidad.

El gobierno norteamericano autorizo una operación militar en una nación distinta, sin el conocimiento de esta.

Entiendo que hay un acuerdo marco de los Estados Unidos con Paquistán, con lo cual se justifica la acción en el ámbito internacional, pero es cuestionable hasta donde se puede llegar en acciones concretas sin violentar la vapuleada y distorsionada soberanía en tiempos modernos.

El vecino país se puede sentir con derecho de acudir a cualquier otra nación en busca de otros criminales tan o menos terribles que Bin Laden.

A México por ejemplo, donde el crimen organizado parece haber incursionado permanentemente en acciones de franco carácter terrorista, al menos en su impacto social y económico, y de manera particular con el bombazo en Morelia, el asesinato masivo revelado en San Fernando, Tamaulipas y la muerte de funcionarios del consulado norteamericano en Juárez.

Las naciones tienen el derecho de proteger su territorio y su población, incluso en cooperación, como debe ocurrir en el combate al terrorismo y al narcotráfico, en un marco de entendimiento paritario.

El terrorismo, como el narcotráfico, debe ser proscrito y exterminado. Es correcto. Son un cáncer social.

Contra ellos, la sociedad tiene todo el derecho de utilizar la fuerza del Estado, incluida la militar. Es correcto.

Sin embargo hay límites, varios, como el marco legal y el procedimiento establecido, pero hay uno principal, el sentido de humanidad, con lo cual la sociedad organizada se distingue del crimen y del terrorismo organizado.

No perdamos ese sentido de humanidad.

Los ojos del mundo estarán en la unión americana para constatar, en el caso del líder de Al Qaeda, si se trató de una muerte en combate o una ejecución.

http://robertopinon.blogspot.com/

LIC. ROBERTO PIÑÓN OLIVAS
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