Crónica
Pablo Jair Ortega
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22 de MARZO de 2010
MISANTLA: POCA SELVA PARA MUCHOS TIGRES
Misantla es una tierra escondida. Es un edén montañoso donde las cordilleras hacen a las carreteras sinuosas, despampanantes.
Tierra de bohemios y políticos, esta ciudad con sus monumentos coloniales y calles estrechas tiene encanto particular. La parada obligatoria, meramente técnica, luego de un descanso y desayuno en Lechuguillas, es un hotel semi-secreto de a 50 varos dos horas, rayada la pared de la entrada con recuerdos de la exótica Dubraska y el desaparecido Oskar Lobo: sí, ese del Za Za Za.
Lista la descarga, se encamina uno por donde se ve un graffiti de un superhombre y un Hitler caricaturizado como Lorenzo y Pepita. Ahí por la pequeña estación del ADO.
No se pierde uno, porque Misantla es de esos pueblos que, aunque uno nunca haya pisado, se siente conocido. Allá al fondo se tiene que ver su hermosa catedral.
Desde la mañana, Javier Duarte ya andaba pisando tierra misanteca. Primero con las monjas adoractrices, con quienes desayunó. Luego visita a la gran amiga Eleaney, directora del periódico El Chiltepín, con quien cerraríamos una tarde muy amena.
Ya instalados sobre la calle Francisco I. Madero, atrasito del PRI municipal, ya está el bailongo con la famosa Isamor; esa que supongo salía con Joe de Lara en su cartel de estrellas. A pesar de lo apretado con las miles de gentes que se arremolinan y practican la “ola roja” (el animador dijo que se trataba de un maremoto, aguas), no faltan las mujeres que ahí hacen su bolita pa’ meterle duro al zapateado… ¡Que cosa! ¡Futs! ¡Cualquier momento es bueno para sacarle brillo al huarache!
Esta vez no hay pasarela. Es una plancha de trailer con sus vestigios de cemento en polvo. Ya están los líderes misantecos trepados, esperando el arribo del candidato. Todos con precaución, porque la plataforma no es muy ancha, y tantito vas para atrás y ¡pelas!... Bueno, con menos folklore, Don Carlos Brito nos dice “Cuidado, no te vayas a ir para atrás”.
Es impresionante la cantidad de gente presente, y todavía los que van llegando. Impresiona también porque para pasar entre la multitud es todo un show, casi imposible. Es así como si estuviéramos viendo esos estanques que rebozan de truchas y dices “Aaabrón, ¿y éstas cómo lo harán con el tráfico?”.
No obstante, Javier Duarte de Ochoa es insistente en tener un verdadero acercamiento a la gente. Ahí en medio de esa maraña de gorras, camisas, mantas rojas, va el precandidato del PRI a la gubernatura de Veracruz. Como se puede, se va abriendo el paso a empellones. Se hace el tráfico lento, porque para tener un verdadero contacto con la gente, hay que sentirla, saludarla, abrazar a la señora que viajó de lejos para conocer a uno de los abanderados de su partido, para darle la mano a los que hoy se levantaron temprano para agarrar un buen lugar.
Así, en el paso, la multitud misanteca se convierte en el recorrido pueblerino para quienes puedan visitar esta cuna intelectual.
Ahí llega Javier, y cosa rara, esta vez no hubo moquetazos en el personal de Seguridad. Más bien una viejita ahí que quería pasar y no la dejaban; que va soltando el codazo, así al puro estilo “full-contact” y ¡MOCOS!... ¡Chin!... No le atinó… Era de advertencia.
Sube Javier al estrado para saludar a los misantecos y habitantes de 15 distritos a la redonda. Se le ve contento. Entre periodistas se comenta: “Se ve más fluido, más en confianza”… Y arremete para darle euforia a la calle Madero: “Vemos que esto es poca selva para muchos tigres que hay aquí”.
Ahí extiende su petición: “Quiero ser su gobernador”… Y abajo las mujeres con pandereta coreaban en este año de elecciones y fútbol mundial: “Oeeeee, oe oe oeeee, Duarteeeee, Duarteeeee… Oeeeee, oe oe oeeee, Duarteeeee, Duarteeeee…”
Los ánimos están muy prendidos. Quien sabe cómo pasó una batucada en medio de todos, pero ahí estaban los tamborzazos y platillazos.
“¿Y ahora cómo bajar de aquí?” Sí, las fotos acá en el templete son buenas, pero, creo que hay que buscarle otro ángulo. Allá arriba, a la izquierda, se ven fotógrafos en un balcón, hay que entrar ahí por la lonchería.
-- Doña, ¿me da chance de pasar?
-- No, ya hay muchos.
-- Nomás uno o me corre Chagoya.
-- No, ni compran nada y ya está lleno allá arriba… ¿Verdad, doña? Mire, ahí pregúntele a la Doña
-- Doña déme permiso, mire: y déme un agua.
-- A ver pásale un agua al reportero.
Vale… “¿Ora si me da permiso?”. Y la doña asiente resignada.
Ahí pasan las fotos. Saludamos al Víctor Fuentes, a Mónica Tejeda; la cobertura de campaña siempre es más agradable cuando uno se encuentra a rostros conocidos que saludar. Eleaney Sesma está ahí sonriente. Cómo negarle un abrazo a la portadora de los ojos de paxil.
Desde ahí cambia el ángulo y se ve más gente que a veces se oculta por el largo de la calle.
Javier termina su acto y se enfila a terminar de visitar a medios de comunicación locales. Pasa a un lado de esa catedral que a lo lejos llama poderosamente la atención. Blanca, limpia, enorme. Subir las escaleras de al lado, pues es parte de la chamba, aunque uno llegue con medio bofe saliendo del pecho.
Llegar arriba es terminar en la casa de Don Manuel Zorrilla, ahí donde será la casa de gestión. Duarte sube a su camioneta y atrás de él va un perro fiel llamado “Lolo”, y si no me creen, ahí están las fotos.
A mi nomás déjenme comer mi jícama con chiltepín.
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