Columna sin nombre
Pablo Jair Ortega
www.columnasinnombre.com
pablojairortegadiaz@gmail.com
24 de ENERO de 2012
¡AY, AY AY! ¡NOS ESPÍAN! ¡AY, AY, DUELE!
No sé qué tanto escándalo con el espionaje en la Cámara de Diputados federal. Siempre, y puedo asegurar que desde que existe la política, se han espiado los unos a los otros.
No es nada nuevo que entre los políticos se filtre o se consiga la información. Que se pregunten sobre chismes, se guarden, que con la máxima de "información es poder" se use hasta la mentira más barata para desprestigiar.
A diferencia de escuchar propuestas reales (no alarmistas como las del Verde Ecologista, haciendo hincapié en problemas obvios de soluciones obvias, como si fueran la neta del planeta), a los políticos mexicanos les encanta el desprestigio, y por eso el uso de la información como una arma mal utilizada como chisme de lavadero, como de café de señoras fufurufas.
Ahora resulta que se dicen sorprendidos de las mismas prácticas que llevan años haciéndose, por cierto, con los mismos personajes: ejército, CISEN, Seguridad Pública, Secretaría de Gobiernos en los estados, comúnmente en la parte oficial; y en la parte extraoficial, personajes que se conocen en ese pequeño círculo de proveedores de equipo para espionaje, como sus clientes conocidos.
Eso de que se sorprendan es parte del cinismo de la clase política para hacerse la víctima, hacerse sentir como los pobrecitos engañados, políticos perseguidos por el mismo sistema corrupto que sostienen. Que es más fácil hacerse los mismos como si no tuvieran conocimiento de las maldades del poder.
¿A poco no se sabían espiados? ¿De cuando acá un diputado federal llega a las curules de San Lázaro con el pleno desconocimiento de que va a estar vigilado? ¿Cuántos legisladores no han sido compradores de equipos de espionaje o han instalado "laboratorios" para la escucha de los adversarios políticos?
La realidad es que se hacen vellos púbicos (buscar en la RAE).
Como olvidan muchas cosas, entonces hay que recordárselas: nos referimos al pasado del PRIATO y su temida Dirección Federal de Seguridad, donde no sólo desconfiaban, sino que torturaban y apresaban a todo el que tenía cara de comunista, izquierdoso, marxista, hijo de Lenin, Trotsky y guerrillero.
En el PANuchismo hay videoescándalos provocados desde el poder. El senador Federico Döring, señalado como el orquestador de una ley SOPA MARUCHAN para bloquear los contenidos de Internet en las páginas mexicanas, es ampliamente conocido por filtrar vídeos grabados clandestinamente con la firme intención de golpear a adversarios políticos. Él, como muchos, son los que provocan y se sirven del espionaje.
Con los PERREDETOS que se dicen de izquierda, no se pueden hacer los sorprendidos si han sido históricamente los más vigilados. Ahora resulta que creyeron ingenuamente que eso ya no se hace, que eso quedó en el pasado. No amen tanto.
La clase política es la que menos debe actuar sorprendida por espionaje. Son los que crean, generan, sostienen, utilizan el espionaje en México desde que se les ocurrió hacer política a la mexicana.
Así que ese "espanto" y alarmismo en San Lázaro que se los crea la abuelita de cada uno de los 500 diputados, bola de espantados.
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