ALFIL
Indiferencia
Por Roberto Piñón Olivas
El pasado 12 de enero, el Presidente Felipe Calderón se paseo, bromeo, recomendó sitios turísticos de paseo, en un lujoso hotel de Cancún frente a los directivos latinoamericanos de Banco Santander, ante quienes presumió que las reservas internacionales mexicanas permiten pagar dos veces la deuda externa.
Tiene razón. México cuenta con reservas internacionales, de acuerdo al corte del 17 de enero del año en curso, por un monto de 144 mil 112 millones de dolares, 1 mil 637 millones más que al cierre del 31 de diciembre del 2011.
La política neoliberal acentuada en el gobierno panista de Fox y Calderón privilegia la macroeconomía, en un sistema económico globalizado y consumista: los indicadores macro hablan de estabilidad con un crecimiento lento y una inflación controlada, un mercado abierto a las grandes inversiones extranjeras, que propicia un consumo inmoderado sobre todo en servicios.
La cuestión es que este fenómeno no se refleja en mejora en las condiciones de vida de quienes menos tienen y mucho menos privilegia la actividad económica primaria, como es la producción agropecuaria, que ha sido condenada a una despiadada competencia de precios.
La pobreza se ha agudizado. De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, entre el 2008 y el 2010 el número de pobres aumento en 3.2 millones. De los 113 millones de habitantes en el país, unos 12 millones se encuentran en pobreza extrema.
La administración federal se ha cuidado de proteger la reserva internacional olvidando que se trata de un medio y no un fin: ¿de que sirve contar con recursos ociosos si la situación en el país empeora?
El campo es un ejemplo de ello. El gobierno de la república escamotea diez mil millones de pesos en apoyo al campo para enfrentar la emergencia producida por las heladas y las inundaciones, 756 millones de dólares al tipo de cambio, y se pavonea de contar con reservas por el doble de la deuda.
Si la finalidad es la estabilidad económica y las reservas son un medio para ello, incrementar el monto de las mismas por arriba de un indicador racional, representa una actitud indiferente y autista, pero que además pone en riesgo la gobernabilidad.
Cientos de campesinos marcharon al Distrito Federal a presionar los apoyos emergentes que el campo necesita. Los indignados del campo del Norte del país, bajo la declaración Chihuahua, exigen los recursos necesarios para enfrentar la crisis económica provocada por los fenómenos meteorológicos recientes.
A ellos se sumarán en los próximos días contingentes de todo el país. Mientras tanto, el gobierno federal solo atina a enviar aspirinas: 600 millones graneados para fortalecer la red hidráulica a través del Fondo Nacional de Desastres.
La inversión estructural es necesaria, indispensable, en la solución a largo plazo. Pero Chihuahua se encuentra en situación de emergencia, igual que veinte entidades: Solo en Chihuahua se requieren 2 mil 200 millones de manera inmediata en el corto e inmediato plazo para enfrentar la crisis alimentaria y fortalecer la infraestructura para la captación de agua: en el país se ha calculado en los 10 mil millones, un paliativo suficiente del orden del .52 por ciento de las reservas internacionales.
Es bien contar con una visión de largo plazo, estructurales, como ha insistido el titular del Ejecutivo Federal: el problema es que esta visión se construye en tramos de corto plazo, que no admiten demora, como está ocurriendo con las políticas federales de auxilio al campo mexicano.
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