martes, 15 de junio de 2010

ZONA DE TOLERANCIA

Zona de Tolerancia

Rodrigo Vidal


Este lunes se conmemoró el Día Mundial del Donante de Sangre, y como en otras tantas fechas, México parece no tener mucho qué celebrar, tomando en cuenta el porcentaje tan bajo en el número de donantes voluntarios que anualmente se estiman en el país, que no llega al 5 por ciento de la población total, como lo recomienda la Organización Mundial de Salud (OMS).

De acuerdo con este organismo internacional, para garantizar el abasto de sangre que un país requiere, se necesita que este porcentaje de población done. Se estima que en México donan anualmente 1.2 millones de personas, lo que representa poco menos del 2 por ciento del total de los mexicanos.

El problema de la falta de donantes no es exclusivo del país. En términos generales América Latina incumple con el porcentaje recomendado por la OMS. Mientras a las autoridades de salud les preocupa la baja participación de personas en campañas de donación de sangre, otro grupo de población reclama su derecho a donar y a no ser excluido, discriminado y estigmatizado desde las políticas públicas de salud: las personas homosexuales.

Países como Argentina, Nicaragua, Paraguay, Brasil, Uruguay, Trinidad y Tobago y México (Norma Oficial Mexicana NOM 003-SSA2-1993), prohíben a las personas homosexuales donar sangre.

La Norma mexicana establece en su apartado 5.3.3. cuáles son los sujetos que “por razón de sus prácticas sexuales o por exposición a condiciones de alto riesgo, tienen mayor probabilidad de adquirir infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana o por los virus de la hepatitis”, y en los dos primeros lugares de la lista aparecen: los homosexuales masculinos y bisexuales.

Es imprescindible que las políticas de salud enfoquen sus esfuerzos a garantizar la seguridad de la sangre que se dona y proteger a quienes requieren de transfusión sanguínea. Es por ello que todo esfuerzo para evitar el contagio de VIH, entre otras enfermedades, por transfusión nunca saldrá sobrando.

Maximizar la seguridad de la transfusión sanguínea es un principio incuestionable, pero lo mismo es la no estigmatización de grupos basándose en la orientación sexual. Desde las entrevistas, las personas homosexuales son excluidas de toda posibilidad de donar sangre con un solo cuestionario.

Hago un paréntesis para dejar en claro una cosa, de acuerdo con la sexología, la “homosexualidad” se considera una orientación sexual, y en términos comunes, un homosexual es aquel o aquella que sostiene relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. Aunque la homosexualidad abarca no sólo conducta, sino deseo, atracción e identidad.

Sin embargo, es un hecho conocido que hay muchos hombres que se permiten actividad sexual con otros hombres, sin que ellos mismos se consideren homosexuales, por lo tanto, preguntar a alguien si es homosexual innecesariamente llevará a una respuesta positiva de aquel varón que ya sostuvo relaciones sexuales con otro hombre.

Esta respuesta no determina pues el grado de riesgo de contraer VIH. Tener una identidad homosexual no necesariamente significa que la persona esté sexualmente activa, ni que su actividad sexual del momento involucre riesgo de adquirir VIH.

Hecha pues la aclaración, es necesario basar en evidencia científica las pruebas para los posibles donantes. La selección de donantes de sangre debe ajustarse al derecho del donante de ser tratado con dignidad y respeto, sin estigma ni discriminación por su orientación sexual, para de esta manera no desperdiciar la donación, en un momento en el que se requiere de la sangre voluntaria.

No hay comentarios: