Alfil
Universitarios, de la crítica al simple
instrumento electoral
Por Roberto Piñón
Olivas
Tarde que
temprano se devela el telón: Andrés Manuel se reúne con estudiantes en la
emblemática Plaza de las Tres Culturas.
Ahí les habla de
democracia, de una revolución pacífica, de continuar expresándose a través de
las redes, pero sobre todo, de hacer proselitismo para su causa.
Participaron
estudiantes de las distintas universidades, de la Ibero, de la autónoma
metropolitana, del poli, de la UNAM: al grito goya le regalaron una playera de
los pumas.
Obvia resulta la
estrategia: parecía que Sola se había anotado un triunfo en la Ibero, pero
resulta que no es así: primero la estrategia de golpeteo al candidato puntero,
después las marchas y ahora, en un mensaje nacional, los estudiantes
universitarios con Andrés Manuel.
¿Será que es
posible hacer grilla partidista impunemente en las universidades o con los
universitarios, tratando de utilizarlos, bajo el riesgo que ello implica?
Andrés Manuel los
reúne y les pide compromisos electorales, como sus agentes proselitistas les da
tareas: los convierte en instrumento político-partidista: les dice convenzan
cada uno a cinco, no se vayan de vacaciones.
La Universidad
implica precisamente la universalidad de ideas: la no conformidad con una sola
forma de pensamiento, porque la heterogeneidad en la expresión de las ideas
fortalece a las universidades.
El pensamiento crítico
se alimenta de esa forma de pensar, de exponer las ideas, de no conformarse con
las exposiciones políticas mesiánicas, como lo hace Andrés Manuel a sabiendas
de los riesgos que implica trabajar política y electoralmente a los estudiantes:
de sacarlos a la calle, de presentarlos ante la opinión pública: de utilizarlos
en su propósito de buscar votos: cuando la intención del elector no le
favorece, inteligente, calculador, se aprovecha del escenario y lucra
electoralmente con uno de los eventos más desafortunados de la historia
reciente: incluso, protagonistas de antaño se lucen con él en el pódium, lo
arropan y catapultan: el 68 convertido en un instrumento electoral.
No se merecen las
Universidades y los estudiantes ser utilizados electoralmente: se merecen ser
el centro de discusión, debate, pero no ser presa del lucro político, como
parece confirmarse con el arrebato protagónico lopezobradorista.
Las Universidades
deben reconfirmarse en la preservación del foro, del mayor foro de discusión
nacional: donde se analicen, refuten y señalen las distintas políticas públicas
de los candidatos, desde el argumento construido, la razón expresada en el
pensamiento libre del estudiante universitario, confrontación a la vez pacifica
y violenta de las ideas, contradicción justificada en el campus del saber, que
no admite ser rehén de propósitos inmediatistas con efectos mercadológicos,
espacio que no merece un tratamiento simplista desde el utilitarismo electoral,
escenario que exige respeto y no admite incursiones irresponsables y de simple
utilería como hizo Andrés Manuel.
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