lunes, 11 de julio de 2011

GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES


GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES.
Ubaldo Alvarez Melchor

hosirius_es1@yahoo.com.mx
hosirius_es1@hotmail.com

NO SOY DE AQUÍ, NI SOY DE ALLÁ

“Estoy preparado para la muerte”. (2010).
FACUNDO CABRAL

Ahora queremos abordar temas políticos de actualidad, como los de esa trilogía fantástica que integran el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva; la presidenta vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo y el político veracruzano Miguel Angel Yunes Linares. Pero la maestra dura de la vida que es la realidad, nos golpea, nos ubica y nos conmociona con ese pan nuestro de cada día que es la violencia: una nueva víctima de la inseguridad pública que no es un número más en el recuento macabro, sino un grito unánime: “¡ya basta!”.

Más prosista que poeta, (Rodolfo Enrique) Facundo Cabral hizo de la canción marginal, llamada erróneamente “de protesta”, un acto de reiterada denuncia social, estimulando el humanitarismo, la fraternidad y la solidaridad, influenciado por Jesús y Mahatma Gandhi y el rezago recurrente en las periferias; sin pertenecer a ningún movimiento en particular, fue un real militante activo de la crítica social, irrespetuoso de las formalidades, en síntesis, iconoclasta que descubrió esa arma mortífera que es la fusión de la ironía, la estética y el buen humor.

Además del contenido de sus mejores éxitos, habremos de recordar el incisivo monólogo que era la esencia de sus presentaciones, en el cual desmenuzaba los temas trascendentes o cotidianos de la humanidad, de la sociedad o del hombre.

Son célebres dos anécdotas que refirió en uno de sus conciertos en la Ciudad de México:

En una de sus presentaciones en la capital mundial, Nueva Cork, uno de sus admiradores le preguntó si estaba consciente de que Julio Iglesias tenía más publicidad que él. Cabral reaccionó como era predecible y con ese innato sentido del humor, le dijo: “Bueno, esto es obra de Dios, porque él sabe que Julio necesita más publicidad que yo”.

Sin abordar el tema del levantamiento armado de 1994, el EZLN y toda esa parafernalia que ya tiene 17 años, Cabral refiere así su experiencia chiapaneca:

“Estuve en San Cristóbal de las Casas y ahí en la Catedral observé cómo los indios, tan fieles, tan devotos, le llevan a Nuestro Padre sendas ofrendas; me llamó la atención una de ellas: unos huevos de patio, frutas, verduras y una Pepsi… ¡Creen que Dios es tan pendejo que no sabe que no hay nada más sabroso que una Coca bien fría!”.

El viernes 9 de julio de 2011, aproximadamente a las cinco de la mañana, el cantor –me niego a llamarlo bohemio- calló para siempre: un atentado equivocado, perpetrado por cobardes sicarios, lo trasladó a la inmortalidad.

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