WASHINGTON.— Posiblemente hayan sido sus últimas escenas de armoniosa convivencia. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al lado del ex presidente Bill Clinton y de su esposa Hillary el pasado miércoles, en los actos que marcaron el 50 aniversario del asesinato del John F. Kennedy, o en la entrega de la medalla de la libertad en la Casa Blanca, donde Obama aseguró que Bill Clinton representa “lo mejor de Estados Unidos”.
Después de estas almibaradas escenas, el distanciamiento entre Obama y el clan de los Clinton parece inevitable para conseguir así que las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton despeguen sin ningún problema.
El distanciamiento deberá, sin embargo, cuidar las formas. Para un experimentado estratega como Bill Clinton, la candidatura de su esposa difícilmente podrá llegar a buen puerto si no cuenta con la base de simpatizantes que aún apoyan a Barack Obama.
De hecho, en los cuarteles de campaña, que trabajan con sigilo y discreción para coronar las aspiraciones de la ex funcionaria nadie ignora el hecho de que el peor error que podría cometer Clinton es renegar de un presidente como Barack Obama.
Tomar distancias
Después de todo, trabajó para su administración como una leal secretaria de Estado. Pero, sobre todo, Obama es el único candidato demócrata que ha sido capaz de hacerse con el 51% del voto popular en dos elecciones presidenciales consecutivas en el último medio siglo. Dicho esto, los más avezados estrategas consideran que Hillary Clinton deberá distanciarse del presidente Obama para no contaminarse con el escándalo de una ley de salud que seguirá dando tumbos, en medio del continuo fuego de los republicanos que se han empeñado en malograr la más importante legislación desde que Franklin Roosevelt promulgó la ley de Seguridad Social en 1935.
A pesar de que, al final, la mayoría de analistas consideran que la ley de salud terminará siento un éxito, en los próximos meses seguirá dando problemas en su implementación. De ahí la necesidad de mantener a Hillary alejada de un campo de batalla que ya ha pasado una dolorosa factura al mandatario.
“Además, Hillary Clinton deberá cuidarse mucho de no ser presentada por sus adversarios como la candidata que representa un tercer mandato de Obama o la oportunidad buscada por Bill Clinton para regresar a la Casa Blanca y restaurar la era Clinton”, consideró el estratega demócrata, Tad Devine.
La candidatura de Hillary conlleva una serie de riesgos inherentes a su pasado y al de sus más importantes aliados. Además, para algunos de los más veteranos estrategas del Partido Demócrata, como Craig T Smith y Harold Ickes, la necesidad de consolidar una candidatura que ya se antoja inevitable, requiere de una cuidadosa planificación por adelantado y de una maquinaria capaz de recolectar unos fondos de campaña que tendrán que rivalizar con los que el Partido Republicano piensa llevar a niveles récord en el 2016.
Para otros, sin embargo, mientras más temprano se confirmen las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton, más expuesta estará a los ataques de quienes siempre la han repudiado desde el sector más conservador del Partido Republicano.
Por si eso no fuera poco, desde su renuncia como secretaria de Estado, la inevitable aura de candidata presidencial la persigue a donde quiera que pronuncia un discurso, o encabeza un acto para recabar fondos o se reúne con personalidades que no dudan en manifestarle su apoyo. “La obsesión con Hillary Clinton ha llegado para quedarse y no nos va a abandonar en los próximos dos años”, consideró Geoff Garin, estratega político.
“Todos y cada uno de sus movimientos, sus discursos y sus actos serán analizados meticulosamente tratando de adivinar en ellos el virtual inicio de su campaña por la presidencia”, añadió.
Por el momento, una cosa parece clara. La maquinaria de campaña no sólo ha sido montada, sino que sus engranajes más importantes han comenzado a funcionar con organizaciones como Ready for Hillary, que ya rebasó el millón de simpatizantes y que han comenzado a trabajar en una plataforma de campaña que apela al voto de los hispanos, de los afroestadounidenses, de la comunidad gay, y que toma posición ante temas como la reforma migratoria o la defensa de los derechos de las parejas del mismo sexo.
“Nuestra misión es conseguir que, en tres años, Hillary Clinton llegue a la Casa Blanca. Y no nos apartaremos de ese objetivo hasta conseguirlo”, aseguró Michael Trujillo, uno de los operadores políticos de Ready for Hillary.
Por el momento, la mujer que podría convertirse en la primera presidente de Estados Unidos ya cuenta con el respaldo de personalidades como el republicano John McCain o como el senador demócrata por Nueva York Chuck Schumer. Eso sin contar con el inapreciable apoyo de dos multimillonarios como George Soros y Warren Buffet que ya la ven como la próxima ocupante de la oficina oval en la Casa Blanca, a menos que un político republicano de la estatura de Chris Christie, el recién reelecto gobernador de Nueva Jersey, se interponga en su camino, de la misma forma que lo hizo Barack Obama en el 2008.
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