GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES.
Ubaldo Alvarez Melchor
PRESUNTOS RESPONSABLES
Para llegar al conocimiento de la verdad
hay tres caminos: el primero es la humildad,
el segundo es la humildad y el tercero, la humildad.
SAN AGUSTIN.
LA PATRIA, en peligro de extinción; el Estado, fallido; el gobierno, incompetente; y después del más reciente hallazgo macabro… el hartazgo. Es el clamor nacional que ya llevó hasta la pantalla chica –la TV- la nexicanísima expresión que, gracias a la red, es conocida en todo el mundo: ¡ya estamos hasta la…!
El caos, el abandono y la descomposición social tienen, parafraseando el film premiado que el panismo intentó prohibir, presuntos responsables que han contribuido a la pérdida de los valores y la destrucción de la sociedad. Inseguridad, violencia y muerte no es la Santísima Trinidad: es el pan nuestro de cada día.
Históricamente ubicamos el parteaguas de esta cancelación del futuro, en el acto cruel de renuncia al legado de la Revolución y la consecuente traición mediante la entrega de la banda presidencial a una banda, pero no de música, sino de asaltantes del poder: los Chicago Boys o tecnócratas, personeros de los intereses de las empresas trasnacionales. El aniquilamiento del movimiento obrero, la privatización del ejido y del sector energético, el TLC entre desiguales y otras atrocidades que se nos vendieron como grandes hazañas que nos llevarían al primer mundo sólo fueron eventos intermedios que culminarían en el reconocimiento apresurado del triunfo del foxismo, para obsequiarnos como catarsis a nuestra ancestral pobreza, la bendita transición.
En el escenario de 2006, los elementos que incidieron en el continuismo del modelo privatizador fueron: la campaña “López Obrador es un peligro para México”; la resolución marciana del TRIFE: “El presidente de la república puso en riesgo el proceso electoral, pero la elección es válida”; y otra traición, la de Roberto Madrazo Pintado, quien presume de valentía porque no impugnó la elección: En su libro titulado precisamente “La traición”, trata justificar su lamentable participación, cuando afirma, en evidente falacia que: “Si el PRI impugnaba, se caía Calderón; se necesitaba tener mucho valor para no impugnar y yo tomé esa decisión”.
La falacia naufraga y no resiste el mínimo examen porque es obvio que para impugnar una elección de ese tamaño se necesitó mucho valor; y el único que lo tuvo e impugnó fue El Peje.
Cinco años después está científicamente comprobado quién, desde los primeros días de 2007 es un peligro para México y su “gobierno”, una pesadilla satánica.
Los mexicanos que apoyaron a los tres candidatos contendientes en 2006, no votaron por eso.
Recientemente, en Xalapa, Ver., con la espada desenvainada, al estilo duro de Humberto Moreira Valdés, el presidente del CDE del PRI, Héctor Yunes Landa, recordó la oferta electoral de Felipe Calderón Hinojosa como candidato: seguridad, combate a la pobreza, generación de empleos y manos limpias. Y luego señaló cuáles spn los logros del gobierno calderonista: una era de terror, hambruna en ciudades y en el medio rural, elevada tasa de desempleo y la corrupción ha sentado sus reales en el ámbito del poder que, sugirió, una dosis de cloro para las manos sucias de los funcionarios panistas.
Lapidarias pero ciertas, estas frases se quedan cortas para hacer un diagnóstico más próximo a la realidad. No hay palabras que retraten el terror y el horror.
Padecemos una política de total desprecio a la vida de los mexicanos; tenemos aún líderes sindicales como el petrolero, el minero y la presidenta vitalicia del SNTE, que ejercerán el poder por más tiempo que el presidente de la república; en el ambiente legislativo, diputados y senadores cobran, pero no ganan, salarios estratosféricos que son una burla para la extrema pobreza de millones; en el ámbito judicial, imperan la corrupción y la impunidad y la unión de esos y otros anti-valores, ha generado el terreno fértil para el imperio del narcotráfico y la violencia.
Por si fuera poco, Alonso José Ricardo Lujambio Irazábal nos ha obsequiado recientemente con una frase de colección pero ambivalente; es decir, puede usted, lector, llorar o reír:
“Estoy listo para ser presidente de la república”.
Y a propósito, ¿quién es Lujambio?
¡Ah!, disculpen, es el secretario de ¿Educación? Pública.
A ver cuándo… los simuladores públicos, renuncian… porque no pueden.
hosirius_es1@yahoo.com.mx
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