Como
Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, es un honor para mí el poder
conmemorar con ustedes el XCVIII Aniversario de la Heroica Defensa del Puerto
de Veracruz.
Ésta es una de las gestas heroicas que mejor reflejan los valores de nuestros
marinos, la valentía y el pundonor, la lealtad y la lucha sin claudicaciones,
la vocación de servicio y el profundo amor a México.
Hoy recordamos con admiración y respeto la memorable batalla en la que el
Teniente José Azueta y el Cadete Virgilio Uribe, con el apoyo de los
veracruzanos, defendieron a sangre y fuego, y con la vida, esta ciudad y a
México, frente al ataque de las tropas invasoras.
Atentos al llamado de la Patria, estos jóvenes no titubearon en ofrendar su
propia vida en la defensa de nuestras libertades y de la soberanía nacional.
Sé bien que este ejemplo de patriotismo está vivo en el corazón de nuestros
marinos y de quienes se están preparando para servir a la Patria desde las
filas de nuestras instituciones militares.
Ustedes, son dignos herederos de la larga tradición de honor, valor y lealtad
de la Armada de México. Por eso, celebro que hoy, también, estemos aquí,
reunidos junto con sus padres y sus hermanos, para participar en esta Ceremonia
de Jura de Bandera de los Cadetes de Primer Año de la Heroica Escuela Naval
Militar.
Al ver el significativo número de mujeres que, hoy, juran Bandera en esta
Academia, me congratulo de que en estos años se haya impulsado, de manera
decidida, la incorporación plena de las mujeres a las Fuerzas Armadas de
México.
Quienes hoy comienzan su formación en estas instalaciones, tienen una responsabilidad
muy importante con México y con los mexicanos.
Hoy, inician una larga travesía, una travesía de su vida que los llevará a
surcar los mares y a vivir muchas experiencias, muchas extraordinariamente
gratas; otras, ciertamente, muy difíciles, pero todas enriquecedoras e
irrepetibles.
Tengan siempre presente que todo su esfuerzo, toda su satisfacción, todo su
sacrificio, es y será, siempre, reconocido por los mexicanos, que confían en su
Marina Armada y que saben que en sus integrantes está lo mejor que tiene
nuestro país.
Ustedes son salvaguarda de la soberanía nacional y de la seguridad interior de
nuestro México, en particular en nuestros mares y costas.
Y a lo largo de la historia se han consolidado como baluartes de la ley, del
Estado de Derecho y de nuestras instituciones democráticas.
Nuestra Marina ha correspondido siempre a la admiración y el respeto que el
pueblo le ha profesado, con su disciplina, su lealtad y su profesionalismo a
toda prueba, y con su valentía y aplomo para hacer frente a cualquier peligro
que amenace a los mexicanos.
Los marinos de México han estado al lado del pueblo, al lado de las mexicanas y
los mexicanos, en los momentos más difíciles, y eso es algo que el pueblo,
nunca, nunca olvidará.
En ese destacado patriotismo han perdido la vida, por desgracia, en diversas
circunstancias, elementos heroicos de la Marina Armada de México y de las
Fuerzas Armadas, mexicanas y mexicanos patriotas que recordamos entrañablemente
y que no olvidaremos.
Por ellos y por todos los que han ofrendado su vida a la Patria en defensa de
sus hermanas y hermanos mexicanos, pido que guardemos todos, respetuosamente,
un minuto de silencio.
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