La edad dorada
Rosa María Ayala Nájera
Mi abuela paterna vivió con mi familia hasta que murió, rodeada y muy bien cuidada por su único hijo, su nuera y sus nietos. Se supone que era lo normal en las familias tradicionales mexicanas, incluso, el mando de la casa, era de la abuela, si era madre del jefe de familia o de la jefa. Los abuelos eran respetados y queridos.
Actualmente, es preocupante ver que en primer lugar, las familias son atípicas, es decir, ya no se forman por papá, mamá y los hijos; ahora es común encontrar a madres solteras y jefas de su familia con hijos y la abuela materna para que ayude a cuidarlos porque de lo contrario se quedarían solos ya que la madre debe salir del hogar, en la mayoría de las veces, a trabajar para mantenerlos. También encontramos padres solteros que viven con su mamá o su hermana y sus hijos.
En otros casos, se encuentra la mamá, la pareja de la misma y los hijos de otro padre con los de la actual pareja, si los dos trabajan, necesitan de alguien que les apoye en el cuidado de éstos y nuevamente las abuelas entran en acción. Sin embargo su situación es diferente; si quiere mandar empiezan los problemas por la toma de decisiones en cuanto a la educación de los niños y ¡Ni se diga, de la casa!.
Existen casos en que han sido maltratadas, golpeadas y en la peor de las situaciones, expulsadas del hogar. Si no se tiene la necesidad de contar con el apoyo de los abuelos, tampoco se tiene la costumbre de “cargar” con ellos al nuevo hogar que formarán los hijos al casarse. Además de que hasta los psicólogos se cansan de recomendar que las parejas deben vivir solas, sin intromisiones. Porque ahora los tildan de “metiches”.
Cuando los hijos se van, y los padres son jóvenes, aunque los extrañan, aceptan la separación como algo natural y esperado. Pero cuando envejecen y alguno de ellos fallece; es triste ver cómo discuten los hijos, no para decidir quién lo va a llevar a su casa, la discusión, en la mayoría de las ocasiones, es porque nadie lo quiere cuidar, todos dicen estar ocupados, se declaran incompetentes y en el mejor de los casos, terminan por contratar una enfermera, si está padeciendo alguna enfermedad, o a una persona que lo o la cuide y le haga compañía; y, algunas veces, convencen a alguno de ellos para que sea el que lo cuide con la promesa de apoyarlo económicamente, cosa que hacen al inicio, pero poco a poco se olvidan de cumplir y el hermano protesta y se reúnen nuevamente para discutir otra vez la situación, en ocasiones, delante de los abuelos que, si se pueden valer por sí mismos, se escapan, o viven en gran depresión.
Guidens, 1995, en su libro “La tercera vía”, analiza la situación de los abuelos y propone que así como existe una ley que castiga a los padres por omisión del cuidado de sus hijos, debe haber una ley que castigue a los hijos que abandonan a sus padres cuando éstos ya no se pueden valer por sí mismos, y en general, cuando están ya mayores. Fundamenta su propuesta mencionando que los niños son muy vulnerables hasta los 18 años, pero dice que los abuelos después de los 60 deben tener algún familiar que los cuide y les brinde amor.
Es una buena propuesta, aliviaría en parte el problema porque cuando los abuelos sufren alguna enfermedad típica de la vejez: alzhéimer, parkinson, locura zenil, discapacidad para caminar como consecuencia de alguna enfermedad crónica y degenerativa, la familia no está debidamente capacitada para atenderlos y es cuando existe la gran necesidad de contar con instituciones especializadas y confortables llamados “Asilos”, “Estancias” y/o “Guarderías para ancianos” que en la actualidad, no hay o no son suficientes.
Como la población tiene la tendencia a crecer de manera invertida, es decir, serán mas los adultos mayores que los niños y jóvenes, es momento para que nuestros legisladores hagan las enmiendas necesarias a las leyes y se tomen las medidas preventivas para que poco a poco se terminen las carencias y los problemas que ya enfrentan algunas personas de la llamada “Tercera edad”. Ocupémonos de sus problemas ahora, antes de que los suframos, porque todos para allá vamos, y algunos, ya casi llegamos.
Sus comentarios al correo electrónico: rosayala1@hotmail. com
No hay comentarios:
Publicar un comentario