martes, 5 de julio de 2011

GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES

GNOMOS, DUENDES Y CHANEQUES.

Ubaldo Alvarez Melchor.

3 DE JULIO: ARRASAN PRI Y ABSTENCIONISMO

La esperanza es el sueño del hombre despierto.
ARISTÓTELES.

Quizá no sea el PRI lo mejor que tenemos, pero por el momento no tenemos nada mejor que el PRI. Este parece ser el mensaje que podemos deducir una vez concluidas las elecciones del 3 de julio en la que bajo la dirección de Humberto Moreira Valdés, el partido que fundó Plutarco Elías Calles renovó sus prácticas tradicionales y consolidó su poder en cuatro entidades: Estado de México, Coahuila, Nayarit e Hidalgo, con resultados que tienen obvia proyección hacia el 2012, por lo que se enfila hacia la alternancia que lo reinstalará en la presidencia de la república.

En esta jornada hubo numerosos ganadores: el PRI, Humberto Moreira, Enrique Peña Nieto, Eruviel Avila Villegas, Manlio Fabio Beltrones… hasta Andrés Manuel López Obrador puede asumir una victoria pírrica, pero el ganador absoluto es sin duda el abstencionismo.

Las cifras no mienten: el 2 de julio de 2011 se presentó el abstencionismo más alto en un cuarto de siglo; de un padrón electoral de 15 millones 107 mil 814 electores en las cuatro entidades que tuvieron, tres de ellas elección de gobernador y una, presidentes municipales y diputados locales, acudió a votar el 48.39 por ciento, menos de la mitad. El porcentaje del abstencionismo fue del 51.61 por ciento, más de la mitad.

En la elección de gobernador del Estado de México, el abstencionismo fue más patético: de un padrón de 10 millones 555 mil 606 electores, votaron 4 millones, 576 mil 254, es decir, el 45.57 por ciento; no votaron 5 millones 979 mil 352, el 54.43 por ciento del padrón.
El triunfo electoral se ajusta al principio de la mayoría relativa; por eso refleja un 62 por ciento contundente a favor de Eruviel Avila Villegas, de la coalición Unidos por ti; contra 21 por ciento de Alejandro Encinas, de la coalición Unidos podemos más y 13 por ciento de Luis Felipe Bravo Mena (PAN). Y es más contundente cuando se produce el efecto de mayoría absoluta, ya que sumados, los votos a favor de los candidatos derrotados, apenas suman 34 por ciento.
De la primera parte de las expectativas pragmáticas que de espaldas a su propio partido manejó hábil y oportunamente el auto designado profeta adscrito del priismo, Vicente Fox Quesada -“el hoy, el aquí y el ahora, en el Estado de México marca un claro ganador que es el candidato del PRI”- pasaremos a la segunda parte -“y el día de hoy, el aquí y el ahora para la elección del 2012 marca un claro ganador también”- pero también a la preocupación que deberán asumir, en este orden y en proporción decreciente, el PAN, los partidos, movimientos y grupos de izquierda y el PRI.

¿Por qué en ese orden y proporción?
Porque el partido que resulto más dañado es el que en el año 2000 arrebató la presidencia de la república después de 71 años ininterrumpidos del PRI; en 2006 se impuso contra viento y marea a Andrés Manuel López Obrador, y envió al PRI al tercer lugar. Es obvio que, aparte del discurso de disco rayado de la guerra contra el narcotráfico y sus 45 mil muertos, no tiene nada que ofrecer, a menos que alcanzar en un año la cifra de 56 mil bajas (las de Estados Unidos en Vietnam) sea un ideal político aceptable y un récord envidiable.
La izquierda y su principal protagonista no han logrado convencer a la mayoría del electorado que Felipe Calderón Espinosa es un presidente espurio, producto de un fraude electoral; la división interna y los escándalos de corrupción le han alejado electores y sólo el trabajo en equipo y en unidad, que esté dispuesto a sacrificar innecesarios mesianismos, puede hacerla más competitiva.
En cuanto al PRI, deberá enfrentarse a un abstencionismo diferente al de las siete décadas que gobernó, cuando ese era un fenómeno que se atribuía a la apatía y a la aceptación de un resultado predeterminado; la situación era tal que el tricolor tenía que suministrar oxígeno a los partidos “de oposición” para configurar una democracia aparente. El abstencionismo actual es una actitud racional, consciente, de rechazo a un sistema político.
A este respecto el senador Manlio Fabio Beltrones ha acertado al proponer y defender una línea de acción en el PRI hacia el 2012: primero el programa y después el candidato; pero le ha faltado profundizar, ir más lejos: primero la reflexión y el análisis. Admitir que la corrupción, el cacicazgo, el abuso de autoridad y la impunidad derivaron en un hartazgo y un voto de castigo en 1988 y en el 2000; que esos y otros componentes como la violencia, la inseguridad pública y la falta de transparencia en la rendición de cuentas, pueden producir un estallido social.
hosirius_es1@yyahoo.com.mx

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